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El Bahareque y el paisaje cultural cafetero. Caso: Manizales.

Por: Cristian Camilo González Largo
Ingeniero civil, estudiante de la maestría en Hábitat

El paisaje cultural se comienza a reconocer  a principios de  1990, específicamente en la convención mundial de patrimonio  realizada en 1992. La convención reconoció que el paisaje cultural representa “el trabajo combinado de la naturaleza  y el hombre”. En el caso del paisaje cultural cafetero se observa cómo están directamente relacionados la naturaleza, representada por los cultivos de café y otros cultivos típicos de la región, y la cultura ancestral de sus habitantes (Suarez, 2011).

La cultura cafetera está asociada al desarrollo económico de Colombia, por ejemplo con la construcción de vías que permitieron conectar el interior del país con los océanos, para así lograr exportar el codiciado grano de café, especialmente hacia los Estados Unidos. Este mercado ayudó a nuestro país no solo a aumentar su infraestructura vial sino también importar tecnologías nuevas como el tren y el cable aéreo. Así mismo, las robustas ganancias que arrojó el café contribuyeron a la construcción de escuelas en todo nuestro territorio y fortalecer ciudades intermedias como el caso de Manizales (Duque, 2011).

Alrededor del paisaje cafetero se fueron creando estándares de vida asociados a la construcción de una cultura nueva, que fue inmiscuyendo las características geográficas, climáticas, políticas y religiosas, esta última asociada a la iglesia católica.

En el caso de la región centro occidente de Caldas, se han desarrollado varias características tanto materiales como inmateriales asociadas a un paisaje cafetero y a una cultura propia. La ciudad en la década de los veinte del siglo XX se vio beneficiada gratamente, producto de la llamada bonanza cafetera. Esta situación permitió que la ciudad tuviera su propia autonomía financiera e industrial, además de un comercio floreciente, lo que la catapultó como la capital más influyente de esa época en Colombia después de Bogotá como capital de la nación. Estas características especiales de la época convirtieron a la ciudad en una población cosmopolita y de cierto nivel cultural y artístico.

Si bien las afortunadas circunstancias económicas contribuyeron con la construcción de nuestra propia cultura, el paisaje cultural cafetero está directamente asociado a nuestras características geográficas. Manizales y el eje cafetero están ubicados en una zona sísmica alta. A mediados del siglo XIX los antioqueños construían en tapia, la cual fue acogida con agrado y confianza al punto que casi la totalidad de sus construcciones tenían este estilo constructivo. Pero este material resultó no ser el apropiado debido a las características sísmicas de la región asociadas al fenómeno de subducción y otras fallas como Romeral. Por este motivo en la época muchas personas se abstenían de venir a Manizales por temor a los sismos (Robledo, 1993).

Manizales debía encontrar una solución para lograr construcciones más seguras a los sismos ó su traslado sería inexorable. Casualmente se construyó una edificación con la primera planta en tapia y la segunda en madera, poco tiempo después se presentó un sismo en 1885 con la sorpresa que dicha construcción respondió bien al sismo. Este hecho generó confianza en la comunidad, lo que desencadenó que todos quisieran emular este sistema constructivo, dando lugar al “estilo temblorero” bautizado así por el Arquitecto Jorge Enrique Robledo (Robledo 1993).

El nuevo estilo constructivo se basó principalmente en el “Bahereque”, es decir muros de cañas y tierras (según el diccionario), y en el caso del eje cafetero, especialmente a las gramíneas como el bambú “guadua” (Muñoz, 2010). Este material es abundante en nuestra región además de ser de fácil acceso y económico para su obtención y adecuación para el desarrollo de las construcciones (Muñoz, 2010). El desarrollo de esta tecnología propia constructiva se ha enunciado como una cultura sísmica local. Llamada así por haber transformado las técnicas constructivas tradicionales heredadas de los españoles y los antioqueños con ciertas características constructivas que fueron desarrolladas por sus propios habitantes en este caso Manizales, adaptando dichas edificaciones a las necesidades de su geografía (Cardona, 2005; Suarez, 2011).

Edificaciones de más de dos pisos seguras y en bahareque, ubicadas en toda la geografía cafetera. Foto: Omar Darío Cardona

Estas características especiales que rodean el bahareque en Manizales lo hacen parte esencial de su historia y su cultura. El hecho de desarrollar un estilo temblorero que con el tiempo se fue convirtiendo en una cultura sísmica local, hacen de este tipo de construcciones vernáculas como uno de los elementos fundamentales en el paisaje cultural cafetero. En Manizales precisamente las grandes construcciones de su centro histórico y de sus fincas cafeteras fueron producto en su mayoría del dinero producido por el café generando un círculo virtuoso. Incluso se podría afirmar que la cultura local sísmica logró mantener una sociedad viva y arraigada a sus tradiciones como es el caso de Manizales.

Sin embargo a pesar del éxito inicial del bahareque y su estilo temblorero, este ha sufrido un desgaste social, relegándose a construcciones ubicadas en zonas de alto riesgo y en urbanizaciones de bajo ingreso socioeconómico. Esto debido en gran parte a los incendios que se presentaron en la ciudad de Manizales en los años 1925 y 1926. Estos incendios proporcionaron a la sociedad una sensación de inseguridad a tal punto de llamar a la ciudad de Manizales como la ciudad de papel (Robledo, 1993).

Producto de estos catastróficos incendios los manizaleños optaron por importar  un nuevo material para sus construcciones, llamado el ferrocemento o concreto reforzado que se obtuvo de Europa y los Estados Unidos. Este material bien utilizado proporciona construcciones que dan seguridad a los sismos, además, de no ser inflamables como lo es el bahareque.

A pesar de la decadencia evidente del Bahereque, la declaración del paisaje cultural cafetero como patrimonio inmaterial de la humanidad por parte de la UNESCO, realizada en el año 2011 con la finalidad de conservar el paisaje actual y su cultura, da nuevas esperanzas al uso de este material que fue incluido en la norma sismoresistente-NSR-10 en su titulo G. Esta situación da un horizonte hacia nuevas construcciones con el rigor necesario para obtener edificaciones seguras que protejan la cultura y vida de las personas. Sin embargo, hay que tener presente que  los actores más importantes en el paisaje cultural cafetero son las personas que lo habitan y han conservado sus tradiciones centenarias, las cuales hoy por fenómenos como la urbanización y globalización, están en peligro de desaparecer.

En el caso específico del Bahareque vemos cómo estas construcciones están desapareciendo  a pesar de ser vernáculas. Es un sistema constructivo que es resistente a los sismos, y con un manejo adecuado es seguro ante el fuego, asociado básicamente al bahareque encementado que se utilizó en la reconstrucción del centro de Manizales luego de los incendios. Por este motivo es necesario encontrar opciones que ayuden a la conservación de las estructuras de bahareque, involucrando la comunidad.

Se ilustra el estilo constructivo en bahareque desarrollado en la región. Foto: Omar Darío Cardona.

En la actualidad existen  estudios técnicos sobre cómo se comporta este material ante los sismos, pero aún así falta mucho por hacer. Por esto  es necesario hacer un estudio de las características actuales de las construcciones en bahareque y así determinar cuál es su vulnerabilidad asociada. Se hace necesario, por otra parte, identificar acciones que  las hagan autosustentables, revitalizando su uso y su productividad económica, evitando  que se conviertan en piezas de museo de gravoso mantenimiento para sus propietarios. Como parte importante de las estrategias de mitigación del riesgo y de preservación del patrimonio cultural construido, por ejemplo del centro histórico de Manizales, será necesario confeccionar herramientas de apoyo financiero  y  transferencia de riesgos a través del otorgamiento de  créditos especiales y pólizas de seguros orientadas a los inmuebles de esta particular categoría.

Bibliografía:

Cardona, O.D. Gestión Integral de Riesgos y Desastres. Curso Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo. (2005a) Colombia.

Duque, Escobar Gonzalo. Paisaje Cultural Cafetero: Bioturismo y Ruralidad en la Ecorregión Cafetera.Manizales.2011. Recuperado de http://godues.wordpress.com/2012/03/22/paisaje-cultural-cafetero-pcc/

Suárez, Dora Catalina. El paisaje cultural cafetero y la cultura local del riesgo: estudio del caso Manizales, Colombia. Master Erasmus Mundus Cultural Landscapes-Maclands-.Trabajo de grado. Université Jean Monnet. Università degli studi di Napoli Federico II. Universität Stuttgart.2010

Muñoz Robledo, José Fernando. Tipificación de los sistemas constructivos patrimoniales de “Bahereque”: En el paisaje cultural cafetero de Colombia. Facultad de ingeniería y arquitectura. Universidad Nacional de Colombia. Manizales. 2010.

Robledo, Jorge Enrique. Un siglo del bahareque en el antiguo Caldas. Bogotá.. Primera edición: El Áncora Editores. Colombia, 1993.

Muñoz Caicedo, Marizol; Trejos Delgado Francineth. El patrimonio en los teatros tradicionales del paisaje cultural cafetero: Aspectos históricos,tecnologícos,valoración y diagnostico.Modelo:Teatro cuesta.Riosucio-Caldas. Línea de profundización: Arquitectura y Patrimonio. Facultad de ingeniería y arquitectura. Universidad Nacional de Colombia sede Manizales.2007

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