Por Luis Acebedo. Profesor Universidad Nacional de Colombia
El pasado jueves 1º de junio se realizó una significativa marcha en Manizales. Es imposible ignorar sus alcances e importancia. No era de maestros peleando por la calidad educativa, pero allí estaban; tampoco de estudiantes universitarios, aunque asistieron muchos; menos de sindicatos en defensa de sus pliegos de peticiones, pero expresaron su solidaridad; ni de ambientalistas en defensa de los bosques y el agua, siempre han estado ahí. Reconocí personas del barrio Galán y de Palermo, de Chipre y La Enea, de Solferino y Aranjuez. Esa movilización concentró a los más diversos sectores de la sociedad manizaleñas en defensa de la Reserva Río Blanco y en contra de la Urbanización Tierra Viva a donde llegarían más de 10 mil personas a perturbar el equilibrio ecosistémico de una zona definida con función amortiguadora por los estudios técnicos más recientes, tanto de la ordenación y manejo de la cuenca del río Chinchiná, como de la Estructura Ecológica Principal de Manizales. Juntos al unísono, coreaban “Todos Somos Rio Blanco”.