Caleidoscopios Urbanos

Persevera Perseverancia

Foto aérea del barrio La Perseverancia, Bogotá.

 

Por: Luis Fdo. Acebedo R.

 

Al finalizar la década de los años ochenta, tuve la oportunidad de conocer y sentir muy cercano a mis afectos el popular barrio La Perseverancia, ubicado en un área céntrica muy importante de Bogotá; caminé por sus estrechas callejuelas, recorrí sus micromanzanas; percibí su arquitectura popular y también habité en una de esas pequeñas viviendas que se repiten incansables, una tras otra, como las fichas de un juego de dominó.

 

En aquella época nunca pensé en detenerme a analizar sus orígenes, ni en encontrar la razón de ser de su existencia como barrio; pero cada mañana, cuando salía presuroso al trabajo, y al regresar por las noches, descubría una y otra sorpresa de esta formación socioespacial particular que motivaban mucho más mi interés por profundizar en sus raíces históricas.

 

La oportunidad de desentrañar todas las inquietudes que me había planteado sobre el barrio, llegaría por fin cuando comencé a abordarlo como objeto de estudio; y que gran atracción sentiría cuando al emprender su análisis, descubriera que este pequeño y singular barrio estaba localizado en el epicentro de las principales decisiones que fueron configurando, año tras año, una buena parte de la historia de la arquitectura y el urbanismo de Bogotá, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días. Y por que no decirlo también, una buena parte de la historia socio-política de la ciudad. Quizás por esta razón, para Jairo Anibal Niño, ese importante literato, dramaturgo y poéta colombiano «la Perseverancia es el barrio más entero de Bogotá».

 

La Perse, como le decimos en confianza todos los que lo llevamos en nuestros afectos, tiene poesía, literatura, arte y arquitectura; en la Perse hay tragedias y comedias… y también hay un rico testimonio sobre los origenes de los primeros núcleos obrero-industriales de principios de siglo y sus condiciones habitacionales de existencia en la ciudad.

La historia, la verdadera historia de este barrio, la tienen sus gentes, los de ayer y los de hoy, y también el medio ambiente plagado de huellas y señales que evocan el paso de los años y un devenir incierto.

En la ladera de los cerros centro-orientales y con la presencia siempre tutelar del templo de Monserrate, se erige ese barrio sui generis. En la alborada, cuando el sol despunta a sus espaldas y las gentes salen de sus madrigueras para emprender una nueva jornada, un rayo de luz logra escaparse por entre los barrotes de cemento y vidrios polarizados que se levantan inconmensurables sobre la carrera séptima, y permiten observar, así sea por destellos, la prolongación infinita de la sabana cundiboyacense. Por las tardes, en cambio, una sombra negra se prolonga sobre las pequeñas ventanas del barrio a medida que el sol desaparece en el ocaso: es el edificio que durante mucho tiempo albergó el hotel Hilton y hoy ya nadie sabe qué es realmente. Su turbia presencia citadina parece una bandera clavada después de una guerra, condiciona la apropiación espacial de los cerros y establece la verdadera proporción de poderes (¿en crisis?) en el sector, desde los años 70.

 

Pero la Perse no se amilana, apenas si sonríe como un guerrero herido pero nunca derrotado, y en un diálogo silencioso, le advierte a su oponente que mientras por sus callejuelas los niños todavía corren y sonríen, la fachada del antíguo hotel se desmorona y sobre la puerta principal del edificio pende un aviso que anuncia el arriendo, la venta, o mejor la desbandada.

 

Martha Rodríguez, hija de la Perse, reflejaba hace unos años con nostalgia y la ternura de sus años infantiles, la presencia y la ausencia de su entorno:

Mi barrio era un castillo

Con mágicos fantasmas
Me era tan dificil mirar por las ventanas!…

 

Presencias y ausencias, memorias y fantasmas, confluyen sobre la calle 32 del barrio: La calle del bazar, de la fritanga y el tamal; la calle de la cerveza o de la chicha clandestina; la calle de la procesión o de la manifestación; del descenso con el ataúd a cuestas o el ascenso romero hacia el señor de Monserrate.
La calle 32 es todo un sistema, incluso iconográfico. En su cota más alta, el altar de la virgen de Fátima, como remate visual y comienzo de la peregrinación hacia los cerros; en el intermedio, la imagen del Sagrado Corazón de Jesús, que no sólo comparte serenamente su terrtorio con la estatua pintoresca y pueblerina del desaparecido líder Jorge Eliécer Gaitán, sino también, su condición mística.

 

Gente de angustia.
Gente tenaz,
Gente que siente con el alma
Gente de perseverancia..

 

Es el grio del caudiollo liberal que se quedó para siempre en la plaza donde protagonizó las más combativas manifestaciones obreras. Es además, el último grito, el texto y el contexto de un barrio siempre en rebeldía. Ahora, con el paso inclemente de los años, amenazado por el cruce raudo de las avenidas que lo atraviesan por sus costados y las presiones de los mercaderes de ilusiones, busca desesperado, como un destechado, un espacio amable en la ciudad.

 

26/06/09
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6 thoughts on “Persevera Perseverancia

  1. Qué tal,

    Llegué a este texto buscando fotos de La Perseverancia en la década del 80. Me encuentro haciendo un trabajo sobre "Sin remedio", la novela de Antonio Caballero. A través del reconocimiento de los espacios de la ciudad, Caballero parece estar buscando la identidad de nuestra ciudad. Me parece super interesante hacer este tipo de reseñas históricas.

    Quisiera saber si usted tiene algunas fotos del barrio en esa época, o si es posible conseguirlas en otro lugar.

    Muchas gracias!

  2. en este barrio me crie y lo unico q puedo desir
    mi barrio es lo masimo a pesar q ya no vivo alla hojala tubiera la oportunidad de vivir alla hotra vez

  3. Siempre sera el mejor vividero de bogota con una gente calida y sus iconos como lo son el DALI,LOS CERROS,LA PLAZA DE MERCADO.y la cercania a todo.por eso los que crecimos alla siempre vamos a querer regresar y aspiro algun dia poderlo hacer

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