Deja un invaluable legado para la comprensión materialista-dialéctica del origen y evolución de las ciudades colombianas.
Por: Luis Fernando Acebedo Restrepo[1]
(Jacques Aprile-Gniset, 1931-2014)
Conocí a Jacques Aprile-Gniset al comienzo de la década de los años 90 del siglo pasado, en un período muy convulsionado de la historia política nacional. Pero, ¿cuándo no lo ha sido? En el país se abrió una esperanza de cambio tras la aprobación de la Constitución Política de 1991; aun así, muchos jóvenes de la época manteníamos fuertes desconfianzas en ese nuevo “pacto nacional” para lograr la paz, firmado con la anuencia de un grupo de facciones de la insurgencia derrotadas política y militarmente. Otro tanto había decidido mantenerse alzada en armas argumentando la falta de decisión política del gobierno para lograr la paz, expresada en los ríos de sangre que corrían por las ciudades y campos colombianos en contra de líderes o activistas de organizaciones y partidos de izquierda que buscaban un escenario de participación política democrática.
Una gran parte de las juventudes de los años 80 había sido víctima de semejante violencia indiscriminada, entre otros los estudiantes universitarios. Y yo no era la excepción a pesar de haber estudiado en una universidad privada. Algunos vieron caer a sus amigos, familiares o vecinos, y no siempre encontraban explicaciones para semejante masacre. Otros eran perseguidos o encarcelados sin justa causa por el Estado colombiano, amparado en el tristemente célebre Estado de Sitio que le confirió poderes especiales a las FF.AA para ser juez y parte del conflicto social y armado que vivía Colombia de manera ininterrumpida desde el llamado Bogotazo en 1948. Yo mismo había tenido que abandonar obligatoriamente la Universidad a mediados de los años 80 por razones políticas, faltándome apenas la realización de la Tesis de Grado. Después de casi una década de intentos fallidos por regresar a la Universidad, logré que un joven Decano de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo aceptara mi proyecto de Tesis. Lo titulé “La Perseverancia: historia de la segregación de un barrio obrero”. Perseverar había sido mi constante, hasta que por fin había logrado que la Facultad me diera la oportunidad de graduarme como Arquitecto, situación que había impedido reiteradamente tal vez por mi activismo político y los avatares de mis calenturas juveniles.
Uno de los autores fundamentales para abordar el estudio del barrio La Perseverancia fue Jacques Aprile-Gniset. No lo conocía personalmente. Creo que el primer texto que leí llegó a mis manos accidentalmente en una venta de libros callejeros en el Parque de Los Periodistas en pleno centro de Bogotá en donde me había refugiado buscando el anonimato de la gran ciudad. El libro corto se llamaba “Clases, segregación y barrios”, escrito a dos manos con su inseparable compañera la arquitecta Gilma Mosquera Torres y publicado por la Universidad del Valle en el año 1984.
Cuando justifiqué la realización de este tema de investigación en mi Universidad argumenté que “este pequeño y singular barrio estaba localizado en el epicentro de las principales decisiones que fueron configurado, año tras año, una buena parte de la historia de la Arquitectura y el urbanismo de Santafé de Bogotá, desde finales del siglo XIX hasta nuestros días; y por qué no decirlo también, una buena parte de la historia socio-política de la ciudad” (Acebedo, 1995:5). No estaba equivocado, precisamente Aprile-Gniset había iniciado esta tesis con su libro “El impacto del 9 de abril sobre el centro de Bogotá”, publicado por el Centro Cultural Jorge Eliécer Gaitán en 1983. Se trataba de una publicación que hacía parte del desarrollo de un campo investigativo que denominó “Las formaciones espaciales en Colombia” al cual dedicó prácticamente toda su vida, justo con Gilma Mosquera. Quizás su principal novedad estuvo en el hecho de aplicar el método materialista-dialéctico al estudio histórico de la ciudad colombiana, cuando la mayoría de las investigaciones de este tipo se orientaban al análisis de la cuestión agraria. Allí radicaba su carácter visionario. En este texto, Aprile indagó experimentalmente sobre la relación entre los sucesos violentos del 9 de abril y las trasformaciones socio-espaciales que impulsó la burguesía capitalina en la recuperación del centro de Bogotá para sus propios fines mercantiles y de dominación socio-espacial.
En lo que a mi experiencia investigativa se trataba, ambos textos fueron determinantes, uno desde el punto de vista teórico y otro desde su aplicación en un sector céntrico de la ciudad, del cual el barrio La Perseverancia ya era parte integrante, y en cierta medida, protagonista de primera línea en los acontecimientos del 9 de abril en Bogotá. En ese momento, yo vivía en un modesto apartamento de un tercer piso del barrio La Perseverancia a una cuadra de la carrera 5ª, famosa porque desde sus estrechas ventanas se veían pasar presurosos cada mañana a los ministros con sus caravanas de carros y escoltas en dirección al Palacio de Nariño. El apartamento tal vez no superaba los 20 m2 como era la característica de todos los predios de este barrio. En la introducción de mi Tesis planteé lo siguiente:
En aquella época nunca pensé en detenerme a analizar sus orígenes, ni en encontrar la razón de ser de su existencia como barrio; pero cada mañana cuando salía presuroso al trabajo, y al regresar por las noches, descubría una y otra sorpresa de esta formación socio-espacial particular, que motivaban mucho más mi interés por profundizar en sus raíces históricas.
El plato estaba completamente servido. De ahí en adelante, no me quedaba sino conocer sus otros dos libros cumbres de aquellos años. “La ciudad colombiana prehispánica, de conquista e indiana” y “La ciudad colombiana, siglo XIX y siglo XX”, ambos publicados por el Banco Popular en 1992.
No exagero al decir que la lectura apasionada de estos textos me hacían encontrar una estrecha relación entre las investigaciones urbanas que había emprendido Federico Engels en las ciudades obreras de Inglaterra, Francia o Alemania, y la posibilidad de aplicar dicho método al estudio de las ciudades colombianas. Yo veía una relación de continuidad con la obra “La situación de la clase obrera en Inglaterra” (1845) o el texto “Contribución al problema de la vivienda” (1874), textos que había leído previamente y se me hacían fascinantes. El primero, por ser un estudio fenomenológico y teórico en el cual se describía con especial crudeza la vida cotidiana de la clase obrera en los barrios de las principales ciudades británicas; en el segundo, se plantea un debate sobre los problemas de la vivienda y la manera como los resuelve la burguesía de la época, a propósito de las tesis de Proudhon que proponía como solución una casita en propiedad, creyendo que así no solo se abolía el problema de la vivienda sino también la cuestión social. El estudio previo de ambos documentos me hacía muy fácil la comprensión de los escritos de Aprile para las ciudades colombianas.
Engels y Aprile me generaban una gran expectativa para entender y explicar no sólo las características del barrio La Perseverancia, a la sazón el primer barrio típicamente obrero de Bogotá, sino también para comprender las características socio-espaciales de la formación de las ciudades capitalistas en Colombia. Descubrir, por ejemplo, que Karl Brunner, el arquitecto-urbanista que tuvo la misión de hacer el primer plan regulador para Bogotá en la década del 30 del siglo XX, era un admirador ferviente del Barón Haussmann de París y que sus proyectos se inspiraban en sus famosas diagonales para la penetración rauda de las tropas, o que las soluciones de vivienda que propuso no eran otra cosa que las llamadas “casas-granja” que Engels había criticado y demostrado su fracaso en la Europa del Siglo XIX, no hacían sino revelarme la relación de continuidad de las “soluciones” urbanísticas de la burguesía, bien sea en Europa o en Latinoamérica y su connotación típicamente clasista. Engels decía:
Entiendo por Haussmann la práctica generalizada de abrir brechas en barrios obreros, particularmente los situados en el centro de nuestras grandes ciudades, ya responda esto a una atención de salud pública o de embellecimiento o bien a una demanda de grandes locales de negocios en el centro, o bien a unas necesidades de comunicación, como ferrocarriles, calles, etc. El resultado es en todas partes el mismo, cualquiera que sea el motivo invocado: las callejuesas y los callejones sin salida más escandalosos desaparecen y la burguesía se glorifica con un resultado tan grandioso; pero…callejuelas y callejones sin salida reaparecen prontamente en otra parte, y muy a menudo en lugares muy próximos. (Engels, 1976:371)
Por su parte, Aprile, cuando estudió la relación entre las manzanas incendiadas en el centro de Bogotá y las nuevas vías ensanchadas por donde el capital inmobiliario concentró sus inversiones para la reconstrucción del viejo centro capitalino, planteó lo siguiente:
Considerando al 9 de Abril en su dimensión histórica no podemos resistir a la tentación de una comparación, la cual solamente es válida en cuanto a propósitos pero no en cuanto a los resultados. En efecto, durante las pesquisas nos llamó la atención una serie de analogías entre:
a. La insurrección popular de la Comuna de París, en 1871, y la inmediata aceleración apresurada de la operación de urbanismo estratégico-militar que venía desde el Segundo Imperio y había sido encargada al barón-prefecto Haussmann.
b. La sublevación del 9 de Abril en Bogotá, y la inmediata ofensiva de reconquista del centro, la cual se apoya resueltamente en las consecuencias de dicho acontecimiento.
La primera, iniciada hacia 1860, sólo se terminó entre 1920 y 1930. La segunda se inició el 10 de Abril de 1948 y todavía no ha concluido. (Aprile, 1983:206)
Es probable que mi inmadurez e ingenuidad en aquella época me llevaran a creer que estaba descubriendo el mundo, lo cierto del caso es que no había sido la universidad la que me había abierto los ojos a estas realidades, sería más bien la universidad de la vida la que me había propiciado acercarme a este conocimiento y encontrar en Aprile a un verdadero maestro de la interpretación de la formaciones socio-espaciales en Colombia, en la misma dirección que yo había comenzado a hacerlo de manera absolutamente empírica.
Cuando le presenté a Aprile los resultados de mi investigación en diciembre del año 94, una de las cosas que más le llamó la atención fue “la manera como usted logra insertar en su estudio un episodio poco conocido, o más bien muy olvidado, que es el plan de Brunner, para el cual su manuscrito presenta una buena información escrita y gráfica”. Sus palabras, en extremo halagüeñas, me hicieron pensar que el alumno había logrado sorprender al maestro y que mis aportes habían contribuido con hechos nuevos a las primeras indagaciones que Aprile había hecho sobre la historia social y urbana de Bogotá en el siglo XX en un aspecto sustancial como lo fue el trabajo del arquitecto Vienés. Quizás esto lo llevó a expresarme en una carta que me hizo llegar en Enero 23 de 1995 y de la cual aún conservo una copia, las siguientes palabras:
Estimado Señor:
Un viaje de fines del año me impidió contestar enseguida a su amable carta del 2 de diciembre. Pero hoy, aprovechando una breve pausa en el trabajo, sí puedo cumplir con esta grata tarea.
Digo grata por varias razones. En primer lugar, a pesar de años de investigaciones y de producción, debo constatar que si bien tuve muchos alumnos, no me quedó ningún discípulo. En segundo lugar no es frecuente que un lejano alumno paisa de Arquitectura solicite mi opinión en torno a su Tesis de grado. Y en tercer lugar por lo que me sorprendió agradablemente la innegable calidad de su análisis del barrio bogotano de la Perseverancia.
Sus palabras me llenaron de orgullo e inmediatamente procedí a introducir algunos ajustes a la Tesis, sugeridos por él. Obviamente sería demasiado pretensioso considerarme su discípulo, máxime cuando yo apenas iniciaba mis investigaciones, pero en cambio sí me sentía cómplice con una manera de ver el mundo y las ciudades. De hecho, cuando presenté mi Tesis a consideración de los jurados, uno de ellos valoraba la calidad del trabajo “aunque hecho desde la óptica macroestructural del paradigma de dominación y resistencia”, mientras el otro destacaba “el enfoque socio-político” como de grande interés para la comprensión del hecho urbano en Colombia. Seguramente ellos preferían esas denominaciones asépticas a la de valorar el enfoque marxista que tenía la investigación y que por aquellas épocas –también hoy- algunos académicos temían mencionar explícitamente.
Después de estos encuentros intelectuales, se dieron otros cruces de cartas e información. En 1996 recibí una misiva, luego de haberle enviado una revista que conmemoraba el centenario de Federico Engels y en la cual publiqué un extracto de mi tesis bajo el seudónimo de Luciano Acre. Aprile inmediatamente me puso en evidencia porque conocía el texto cuando leyó mi tesis. En dicha carta me invitó a conocernos personalmente en el mes de octubre cuando tenía previsto participar en un seminario programado por la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, a propósito de la conmemoración del centenario de la muerte de Federico Engels (1895). En efecto, viajé entusiasmado a Bogotá con esa única intensión. Los dos motivos me parecían fascinantes: por un lado conocerlo personalmente, luego de valorar y estudiar su producción teórica, y por otro, hacerlo en un evento tan especial como el de exaltar la vida y obra de Engels. Recuerdo que su ponencia se tituló “Engels y mi práctica cotidiana de la investigación urbana”. Quise encontrarla en mis archivos, pero al parecer, el paso del tiempo y los múltiples trasteos, embolataron este invaluable documento. Pero no importa, sería con la publicación del libro “La ciudad colombiana”, nombre por demás poco creativo, publicado en 1997 por la Universidad del Valle, que Aprile hace un esfuerzo por sistematizar su experiencia investigativa. En la carta que me escribió en 1995 me decía:
“mi método”, como lo califica usted, implica la convicción (apoyada en las ciencias, no en la fe) que en la naturaleza todo tiene un ritmo, un ciclo, y unas etapas formando una parábola, una cosa surge, se fortalece, después crece, culmina, enseguida declina y por fin desaparece. Pero sólo desaparece cuando en las contradicciones dialécticas de su proceso se fueron reuniendo las condiciones del paso a lo nuevo, es decir cuando perdió vigencia. Estoy aquí resumiendo (quizá en forma fastidiosa) un postulado básico del materialismo histórico; el movimiento y el cambio.
Aprile criticaba mi defensa “militante” del barrio La Perseverancia al eludir, según él, la pregunta central: ¿La Perse merece vivir o merece desaparecer, está viva o es un cadáver? Tal vez la continuidad de este barrio por 20 años más hasta la actualidad y las raíces culturales que aún reivindica como el “Festival de la Chica, el maíz, la vida y la dicha”, por ejemplo, me dé pie para pensar que la objetividad vs la subjetividad no sea una contradicción en los estudios urbanos marxistas, sino todo lo contrario, parte de un mismo fenómeno que debe ser estudiado e interpretado tanto desde los aspectos de la producción y reproducción del espacio, como también desde los espacios vividos e imaginados. Quizás entonces, sea necesario releer a Henry Lefebvre con sus libros “La vida cotidiana en el mundo moderno” (1984) y “La presencia y la ausencia. Contribución a la teoría de las representaciones (1983) para entender estas relaciones y la fenomenología social como parte del legado del método materialista-dialéctico tan magistral aunque empíricamente desarrollado por el joven Engels en su obra “La situación de la clase obrera en Inglaterra”. Decía Engels en la parte introductoria de este texto:
He vivido bastante tiempo entre vosotros como para saber algo acerca de vuestras condiciones de vida; he consagrado mi más seria atención a su conocimiento; he estudiado los diversos documentos oficiales y no oficiales, en la medida en que tuve la posibilidad de procurármelos; no me he contentado con ello, me interesaba algo más que el mero conocimiento abstracto[2] de mi tema, quise veros en vuestras viviendas, observaros en vuestra vida cotidiana y de vuestros dolores, ser testigo de vuestras luchas contra el poder social y política de vuestros opresores. (Engels, 1978: 251)
Esta opción la reafirma Castoriadis (2008) cuando plantea la necesidad de abordar la “institución imaginaria de la sociedad” o el “ethos” de los individuos que viven en sociedad junto con las concepciones “objetivistas” que solo se ocupan de fuerzas productivas, relaciones de producción y clases sociales. Un debate bien interesante que en mi opinión no estuvo ausente en las indagaciones minuciosas y muchas veces anecdóticas que hizo Aprile a lo largo de sus investigaciones, pero que posiblemente le impidieron contrastarlas a la hora de hacer propuestas y encontrar soluciones, un campo del conocimiento del cual Aprile no se ocupó mucho. Siendo Aprile un urbanista consagrado decidió abandonar el oficio, luego de sus fracasos consecutivos –como él mismo lo reconoció- al intentar comprender las ciudades colombianas con la mirada parisina.
Por lo tanto, derrotado tantas veces por mi propio candor decidí alejarme del oficio: me pareció más interesante buscar la trayectoria del pasado de esta ciudad que diseñar su futuro, por lo demás muy incierto. Así empecé, pero todo se agravó cuando mi interés pasó de profesional a pasional, volviéndose enseguida obsesivo. (Aprile, 1997:185)
Y aquí Aprile pudo experimentar en carne propia los sinsabores del mundo subjetivo de la vida cotidiana tan magistralmente relatada por García Márquez en sus obras literarias. El mundo de la vida que él jamás hubiera imaginado en París con su tradición cultural y buenos modales. De cierta manera, lo que tanto criticó de la realidad colombiana terminó asumiéndola como propia. Esa condición “franco-chibcha de las cordilleras” fue justamente lo que le permitió comprender nuestras realidades. Aprile dedica casi dos páginas de uno de sus libros para describir sus primeros avatares y peripecias de la investigación histórica urbana. Su lamento es casi un cántico a nuestra idiosincrasia. Veamos sólo algunos tramos de sus primeras frustraciones:
Y es un pueblo sin hotel ni teléfono, y un hotel decrépito sin agua ni sábanas pero con putas famélicas y lastimeras, el cheque que “salió” a las cuatro, cerrado el banco desde mediodía, ay qué pena doctor, y mi vuelo es a las seis; la plaza tétrica llena de “pájaros” amenazantes; de madrugada los agentes viajeros en los corredores de la “Pensión del Motorista”, cada uno con la barriga afuera y su cepillo de dientes en la mano; los estudiantes paisas que cambian un programa de encuestas en Santa Fe de Antioquia por una borrachera en Sopetrán (…) (Aprile, 1997: 186)
La lista se hace interminable. Y es bajo esa realidad macondiana que Aprile decide hacer su trabajo y convertirse en un historiador del origen y evolución de las ciudades, pueblos, villas y aldeas colombianas. Esa es su magia y su gran logro. Si hubiese abandonado su tarea un par de años después lo hubiéramos entendido, pero no, decidió asumir con humor el reto y continuar hasta sus últimos días en esa tarea infatigable. Esa es su virtud y el mayor legado que deja a las generaciones actuales y futuras: la perseverancia.
Por todo ello, me resulta conmovedor hasta las lágrimas que el maestro ya no esté con nosotros. No tuve que hacer una gran amistad con él para sentirme su amigo. Bastó una investigación, un par de cartas, un encuentro académico y otro en su casa en donde me regaló su más reciente producción que yo aún no tenía, para sentirnos de la misma orilla y tratarnos como viejos conocidos. Él pensando que quizás allí estaba uno de sus pocos discípulos, y yo admirando al maestro por su grandeza y sencillez. Después de 15 años de no volvernos a ver, hoy quiero dedicar este íntimo pero sentido homenaje a su memoria. Buen viaje amigo franco-chibcha.
Referencias bibliográficas:
Acebedo Restrepo, Luis Fernando (1995). La Perseverancia: Historia de la segregación de un barrio obrero. Tesis para optar el título de Arquitecto. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. Documento sin publicar.
Aprile-Gniset, Jacques (1983). El impacto del 9 de abril sobre el centro de Bogotá. Centro Cultural Jorge Eliecer Gaitán, Bogotá.
Aprile-Gniset, Jacques (1992). La ciudad colombiana, siglo XIX y siglo XX. Biblioteca Banco Popular, Santafé de Bogotá.
Aprile-Gniset, Jacques (1997). La ciudad colombiana. Editorial Universidad del Valle. Cali
Engels, Federico (1978). La situación de la clase obrera en Inglaterra. Morgan &Drake Editores. España.
Mosquera Torres, Gilma; Aprile-Gniset, Jacques. (1984). Clases segregación y barrios. Universidad del Valle, Cali.
Marx, Carlos; Engels, Federico (1976). Contribución al problema de la vivienda. Tomo II. Ed. Progreso, Moscú.
Razón Pública (2014). In Memoriam Jacques Aprile-Gniset. Disponible en: http://www.razonpublica.com/index.php/caleidoscopio/7727-in-memoriam-jacques-aprile-ginset.html. Consultado el 21 de julio de 2014.
[1] Arquitecto, Magister y PHD en Urbanismo, profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia.
[2] El subrayado es del texto original.