La bicicleta: un medio de movilidad y recreación en expansión pero sin espacio público apropiado.
“Colombia es una cenicienta que quiere ir al baile de los países desarrollados”.
Rodolfo Llinás
Por Luis Fernando Acebedo Restrepo[1]
Hoy en el mundo no todo es velocidad, inmediatez y vértigo. Hay quienes se resisten a hacer parte del frenesí de los mercados globales, incluyendo la especulación inmobiliaria y financiera que distorsiona y finalmente arruina hasta las economías más sólidas. Basta mirar las dramáticas consecuencias de la crisis hipotecaria de EEUU entre los años 2007-2009 sobre los hombros de los ciudadanos promedio de ese país. No están locos. Se trata más bien de movimientos urbanos y ciudades que han decidido sobreponer la calidad de vida de los ciudadanos y sus territorios por encima de valores como la competitividad de los mercados, la sobreproducción, el consumismo y la explotación irracional de los recursos naturales. Y por supuesto también, rechazar esos imaginarios urbanos que promueven el vehículo privado como sistema prioritario de movilización en la ciudad, la expansión urbana innecesaria, la contaminación del aire y las aguas, los estilos de vida insalubres basados en las comidas rápidas y el sedentarismo, el incremento de las jornadas laborales y los centros comerciales como lugares privilegiados de recreación y ocio[2].
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[1] Arquitecto, Magister y Doctor en Urbanismo, profesor asociado de la Universidad Nacional de Colombia