La Ciudad en la Prensa

Manizales: ¿Cittaslow?

Por: Luis Acebedo (Profesor Universidad Nacional de Colombia)

Publicado en el diario La Patria, Manizales.

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Hoy en el mundo no todo es velocidad, inmediatez y vértigo. Hay quienes se resisten a hacer parte del frenesí de los mercados globales. Se trata de movimientos urbanos y ciudades que han decidido sobreponer la calidad de vida de los ciudadanos y sus territorios a valores como la competitividad de los mercados, la sobreproducción, el consumismo y la explotación irracional de los recursos naturales. Son ciudades que rechazan esos imaginarios urbanos que promueven el vehículo privado como sistema prioritario de movilización en la ciudad, la expansión urbana innecesaria, la contaminación del aire y las aguas, los estilos de vida insalubres basados en las comidas rápidas y el sedentarismo, el incremento de las jornadas laborales y los centros comerciales como lugares privilegiados de recreación y ocio.

Las ciudades lentas o “cittaslow” surgieron en Italia a finales de los años 90 con el fin de combatir “el ritmo de vida frenético actual”. Hoy han conformado un movimiento que impulsa la aplicación de políticas ambientales basadas en promocionar técnicas de recuperación y reciclaje de residuos; la cualificación del territorio, más que su ocupación; el uso de avances tecnológicos para mejorar la calidad de vida de los ciudadanos; la producción sostenible; la potenciación de las condiciones productivas vinculadas al territorio y a su cultura; la hospitalidad y la convivencia entre los habitantes y turistas. En últimas, el buen vivir y el bien estar individual y colectivo.

En Inglaterra, una ciudad intermedia como Bristol de unos 500 mil habitantes, defiende la idea de “ciudad colaborativa” y se promueve como “capital verde europea”. Entre sus acciones está volcarse al campo de la educación y la sostenibilidad, la agricultura ecológica, los barrios-granja, la bioconstrucción y la autoconstrucción. Pero no es solo un movimiento europeo, en América Latina se están retomando las tradiciones ancestrales del “Buen vivir” de sus milenarias culturas. La idea es reconocer que no es el hombre el que está en el centro del universo, sino la vida, y esto incorpora unas relacionas armoniosas de la especie humana con los demás seres vivos y con la naturaleza. En el Eje Cafetero, el municipio de Pijao adhirió a los postulados de “Cittaslow” desde 2014.

Manizales se aleja cada vez más de ese camino. En las últimas tres décadas ha concentrado sus esfuerzos en lograr que los mercados mundiales vean a la ciudad como un destino confiable para sus inversiones. El modelo se centra en las garantías que se le ofrecen al capital multinacional en materia de exenciones tributarias, facilidades para crear empresas, ordenamiento territorial desregulado, entre otras gabelas. Pero los costos de esta estrategia son extremadamente grandes porque los planes y las inversiones se destinan a mega proyectos de infraestructura y conectividad inmensamente costosos que no se convierten en expansión de mercados ni en elevación de la calidad de vida de sus gentes.

Manizales quiso ser “Eje del Conocimiento” pero los mercados solo la dejaron ser “capital mundial del Call Center”. El capital global exige cada vez mejores garantías para sus inversiones, mientras el tejido productivo local de pequeñas y medianas empresas es cada vez más inestable y se desvanece ante la mirada indiferente de los gobernantes.

Más que ventajas competitivas, Manizales tiene ventajas comparativas. Y eso la obliga a hacer un giro en su posicionamiento geo-estratégico y en sus proyecciones socio-económicas. Aquello que el mercado ha desestimado es probablemente su mayor potencialidad. La presencia de un tejido universitario denso genera una economía de servicios muy importante que se redistribuye entre sectores medios de la población, pero hay que organizarlo. Las tendencias de crecimiento cero de la población, le permite a Manizales parar la expansión de suelo urbano y concentrarse en la mejora y consolidación de la ciudad existente, la cualificación de su espacio público y de su infraestructura educativa, los mejoramientos barriales, el uso de sistemas de transporte no contaminante, etc. La promoción de las diferentes manifestaciones culturales pueden hacer de la ciudad un hermoso lugar para el ocio creativo.

Un “territorio slow” con un sistema de ciudades colaborativas es un nuevo camino que deberíamos experimentar para relacionar la subregión Centro Sur de Caldas con el mundo a partir de potenciar las ventajas productivas y ambientales de nuestro territorio.

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