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HÁBITAT Y DESARROLLO

Por: Juan Carlos Marín Villegas

Estudiante Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo
Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales.

Hoy más que nunca el concepto de desarrollo aparece inmerso en todas las esferas culturales de la humanidad, entre ellas las concernientes al hábitat. Las causas para la estructuración del desarrollo como construcción social de primera importancia pueden encontrarse en la  segunda posguerra, dada la necesidad de la reorganización del sistema económico mundial como estrategia para afrontar la pobreza en la que se encontraron los países europeos y la reconstrucción de las áreas devastadas por la contienda.  Según ESCOBAR (1999) el desarrollo es “el proceso dirigido a preparar el terreno para reproducir en la mayor parte de Asia, África y América Latina las condiciones que se suponía que caracterizaban a las naciones económicamente más avanzadas del mundo: industrialización, alta tasa de urbanización y de educación, tecnificación de la agricultura y adopción generalizada de los valores y principio de la modernidad, incluyendo formas concretas de orden, de racionalidad y de actitud individual”.

Estos modelos de desarrollo, fueron aplicados como  única manera de solucionar todos los problemas de los países que, para efectos del mismo discurso, fueron denominados como “subdesarrollados”, así que fuera pobreza, guerra o poca productividad, lo importante es que la solución se encontraba en los modelos ofrecidos por los países del norte.

El Desarrollo como fin único y último de la sociedad, se redujo a crecimiento económico y  urbano cuantitativo. La rápida urbanización, la concentración de la población urbana en grandes ciudades, la expansión de las ciudades en zonas geográficamente más amplias y el rápido crecimiento de las megalópolis se encuentran entre las transformaciones más importantes de los asentamientos humanos en las últimas décadas. Como se afirma en los Cuadernos del PNUD- UN Hábitat (2004) “Los asentamientos urbanos encierran una promesa de desarrollo y de protección de los recursos naturales gracias a su capacidad para mantener a muchas personas limitando al mismo tiempo su impacto sobre el medio natural. Sin embargo, muchas ciudades están experimentando procesos dañinos de crecimiento, de producción y consumo, de pobreza, de uso del suelo, de movilidad y de degradación de su estructura física. Esos problemas están con frecuencia asociados con la contaminación del suelo, el aire y el agua, al uso irracional de los recursos y la destrucción de los recursos naturales.”

                                        Asentamiento precario en Nairobi, Kenia
                                                   Foto: Amnistía Internacional
 

Esta situación, de la que no escapan las ciudades colombianas, es un reflejo palpable de la profunda crisis social y ecosistémica del hábitat urbano, donde las desigualdades se mantienen y los niveles de pobreza en todos los ámbitos no se logran disminuir a niveles aceptables, a pesar del crecimiento económico.

Como alternativa a la visión reduccionista del desarrollo centrada en el crecimiento económico, aparece el concepto de “Desarrollo humano”, definido por algunos de sus divulgadores, entre estos French (2003) como “el manejo de la tensión inevitable entre economía y sociedad para asegurar el despliegue simultáneo de la riqueza, la habilitación de las personas y la integración de la sociedad”. Pero el control social del desarrollo económico, su orientación en beneficio de la sociedad por parte de las instituciones públicas, sin ahogar el impulso económico de la empresa privada, es un viejo dilema que se encuentra en el corazón de todos los procesos de desarrollo. Para Wally N´Dow (s.f.), citado en Cuadernos del PNUD- UN Hábitat (2004), Secretario General de la Conferencia de las Naciones Unidas en Estambul y director de Hábitat durante varios años, gobierno y sector privado deben de actuar coordinadamente con las organizaciones sociales ya que  “por sí solos no son capaces de administrar nuestras ciudades”. El énfasis entonces, debe ponerse en la cooperación entre los diversos actores que intervienen en la configuración del espacio urbano, resaltándose cómo la ciudad es el principal hábitat del hombre contemporáneo.

En este punto es útil traer a consideración las reflexiones de Currie (1976), para quien el desarrollo económico, y por ende el desarrollo urbano, no era meramente un asunto de aritmética o de indicadores que se pudiesen obtener de primera mano; era un cierto control sobre el ambiente en todos sus aspectos, tanto sociales como físicos: “la línea divisoria que yo trazaría entre los países más desarrollados y los menos desarrollados no puede ser establecida en términos de crecimiento del PIB, ni tampoco con base en el ingreso per cápita o su distribución, sino en la creación de lo que parecen ser las condiciones esenciales para ejercer un control significante y consiente sobre el medio ambiente, en bien de la supervivencia en primer lugar, y en segundo, del bienestar. (…) la esencia de lo que a veces se denomina el enfoque institucional es escudriñar la justificación psicológica, social, política y cultural para la formación de ciertos conceptos. El desarrollo es uno de ellos.”

Pero pareciera que en la construcción del concepto de “desarrollo humano” existe muy poca preocupación por  los problemas ecosistémicos generados por el desarrollo en su sentido clásico, haciendo énfasis únicamente en la resolución de  factores de bienestar social, sin considerar la importancia de la protección del medio natural para garantizar la satisfacción de las necesidades básicas humanas.

El desarrollo históricamente lineal, de crecimiento ilimitado y acumulativo ha significado la configuración de un medio ambiente urbano pletórico de violencias, exclusiones, miseria y desolación. La clásica escisión entre hombre- naturaleza alimentada por las religiones occidentales, la filosofía moderna y la economía del capital ha supuesto la profunda crisis ecosistema-cultura en la que nos encontramos.

BIBLIOGRAFÍA:

ESCOBAR,  Arturo.  El buen salvaje. Naturaleza, cultura y política en la antropología contemporánea. Bogotá: ICAN Cerec, 1999.

Cuadernos PNUD-UN Hábitat. Hábitat y desarrollo humano. Publicación del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos -UN Hábitat y el Centro de Estudios de la Construcción y el Desarrollo Urbano Regional. Bogotá: CENAC, 2004.

FFRENCH- DAVIS, Ricardo. Desarrollo humano y economía: América Latina en la actual era de la globalización. Ponencia en el taller «Desarrollo Humano y Economía». Santiago de Chile, 2003. En: Revista Latinoamericana de Desarrollo Humano www.revistadedesarrollohumano.org. Consulta efectuada el 25 de Septiembre de 2011.

CURRIE, Lauchlin. Taming the Megapolis: A Desing for Urban Growth. Publicado en español como “Urbanización y desarrollo: un diseño para el crecimiento metropolitano”. Bogotá, Camacol – Universidad de los Andes, 1988.

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2 thoughts on “HÁBITAT Y DESARROLLO

  1. Hola Juan: El debate sobre las concepciones del desarrollo, y especialmente las alternativas sobre el crecimiento, el progreso y el bienestar, están tomando un renovado interés ahora que el país se apresta a reforzar su ya histórica tendencia a convertirse en mero exportador de materias primas. En este sentido, los discursos insittucionales sobre la sostenibilidad o sustentabilidad se convierten en letra muerta. Aunque das algunas pistas alternativas como la cooperación, faltaría una mayor reflexión sobre posibles salidas a las crisis que se avecinan.

  2. el concepto de desarrollo humano no es nuevo,es algo que se viene trabajando asociado a la ecologia humana, pero que aun no trasciende en espacios de formacion popular debido a que nos hemos engolosinado con el entorno geologico-fisico, olvidandonos de que debemos reflexionar mas en nosotros mismos como transformadores para bien o pra mal de nuestro habitat

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