Artículos Científicos

EL TERRITORIO SUR

En este trabajo nos propusimos estudiar el contexto de los grandes desarrollos urbanísticos del sur de Bogotá y el municipio de Soacha como dos ciudades que conforman un continuum urbano de gran complejidad, formado por cinco décadas de expansión de barrios residenciales y actividades productivas de diversa naturaleza. La Cuenca del río Tunjuelito –que es parte de la estructura ecológica principal de la Sabana– se constituyó en el soporte de estos asentamientos. El reconocimiento del proceso de expansión urbana, tomando al río como límite natural, permitió identificar ciertas áreas social y funcionalmente homogéneas que identificamos con el nombre de «Territorio Sur».

Los avances en el entendimiento y comprensión de las ciudades colombianas con la aprobación y puesta en marcha de la primera generación de Planes de Ordenamiento Territorial han permitido evidenciar por lo menos dos grandes carencias. La primera tiene que ver con la debilidad de los análisis regionales que hasta ahora han impedido avanzar en la ordenación racional del territorio metropolitano; la segunda, con la necesidad de nuevas herramientas para interpretar los espacios que hasta ahora se han denominado periféricos, cuando en realidad constituyen un complejo sistema urbano y rural de impacto regional. El estudio del «Territorio Sur» ayuda a comprobar la veracidad de tales hipótesis y sugiere nuevas interpretaciones y maneras de abordar dicha problemática.

I. ANTECEDENTES:

Los años 70 representaron los inicios de una etapa de crisis del capitalismo a nivel mundial que implicó un proceso de globalización de las economías, especialmente las más desarrolladas. A nivel local, el país comenzó a desarrollar algunas reformas en distintos ordenes con el propósito de adecuarse a las circunstancias internacionales. Desde una perspectiva territorial se implementaron políticas para reforzar el papel de las metrópolis, mientras se estimulaba el surgimiento de otras nuevas a través de instrumentos como la descentralización de la industria y ciertos modelos de regionalización con el propósito de preparar las entidades territoriales para nuevas formas de competencia.

Desde esa época para acá se han ensayado diversos modelos de organización espacial y se han estimulado procesos de descentralización con impactos distintos sobre el territorio.

Estos procesos contribuyeron, sin duda alguna, a la aparición de nuevos fenómenos de conurbación y metropolización entre Bogotá y los municipios de la Sabana que hasta el momento han sido tímidamente analizados. No se conocen sus impactos reales sobre el territorio, ni hay un seguimiento sistemático a los procesos de movilidad socioespacial y productiva que podrían cambiar las relaciones sociales y territoriales de las áreas conurbadas.

Es por eso que en este trabajo nos propusimos estudiar el contexto de los grandes desarrollos urbanísticos del sur de Bogotá y el municipio de Soacha como dos ciudades que conforman un continuum urbano de gran complejidad, formado por cinco décadas de expansión de barrios residenciales y actividades productivas de diversa naturaleza. La Cuenca del río Tunjuelito –que es parte de la estructura ecológica principal de la Sabana– se constituyó en el soporte de estos asentamientos. El reconocimiento del proceso de expansión urbana, tomando al río como límite natural, permitió identificar ciertas áreas social y funcionalmente homogéneas que identificamos con el nombre de «Territorio Sur».

II. APROXIMACIÓN TEÓRICA

En general, podría decirse que en Colombia se han desarrollado estudios regionales con una perspectiva espacial, basados principalmente en dos grandes campos: La identificación de las 4 regiones naturales y las regiones económicas. Aún así, cada una de ellas plantea diferentes escalas de aproximación y se apoya en criterios muy diversos, pero en todo caso, bastante cercanos a la división político administrativa vigente. Más recientemente, se están estudiando las regiones urbanas con el propósito de hacer funcionales los procesos de metropolización de las principales ciudades colombianas. En este caso, también se presentan criterios muy disímiles que van desde la articulación de una red de ciudades que conforman la región metropolitana hasta la jerarquización de funciones en torno a una ciudad núcleo, que da origen al concepto de ciudad–región.

Trabajos recientes como el de la «Cuenca alta del río Bogotá. Región Programa. P.O.T.» contratado por la Gobernación de Cundinamarca a la Sociedad Geográfica de Colombia, hacen énfasis en la organización del territorio regional a partir de la identificación de la región natural y la geografía del espacio; estas variables determinan los demás aspectos del análisis. Las ciudades, como caso particular, se observan como una mancha urbana dentro del territorio natural. Otros trabajos como el «Industria y ciudades en la era de la mundialización. Un enfoque socioespacial» de Luis Mauricio Cuervo y Josefina González, se ocupan de la primacía urbana y la red de ciudades a partir del aporte que hacen las industrias a la configuración del sistema de ciudades por medio de tres instancias básicas: el mercado, el Estado y la ciudad. El trabajo del CEDE y la Cámara de Comercio «Bogotá-Sabana, un territorio posible» se inclina mucho más por el criterio Ciudad–Región, o Bogotá metropolitana, en el cual el territorio metropolitano debe construirse para garantizar hacia el futuro la sostenibilidad de la ciudad núcleo.

Bogotá junto con las ciudades y asentamientos urbanos vecinos como caso particular, no cuentan con un área metropolitana o una región legalmente instituida para efectos de planeación y organización del territorio; sin embargo, mantienen relaciones funcionales y productivas de hecho, que al desarrollarse de manera aleatoria por efecto de la sumatoria de acciones individuales, están dejando sentir sus efectos perversos para garantizar la sostenibilidad de la Sabana, y en general, de la Cuenca Alta del río Bogotá.

Los esfuerzos por lograr una delimitación regional basado en los criterios de polarización que ejercen las grandes ciudades y metrópolis, ofrecen para nuestro estudio, unas mayores posibilidades de análisis. El epicentrismo regional, planteado por Ernesto Guhl2, por ejemplo, Se trata de entender el problema de la ordenación del territorio como un «espacio vital», es decir el análisis de «las causas y efectos de la intervención del hombre en el hábitat… a fin de comprender las interrelaciones y los efectos recíprocos de todos los 5 permite estudiar las áreas de influencia basadas en relaciones económicas, en flujos de personas, bienes y servicios que las unen y complementan. Pero obviamente, dichas conexiones deben estar determinadas también por la relación que ejerce el hombre sobre la naturaleza, o viceversa, con lo cual el territorio adquiere una connotación antrópica fundamental3.

III. DIFERENTES ESCALAS DE ANÁLISIS TERRITORIAL

Vincent Goüset (1998: 86-102) propone una diferenciación entre la proximidad inmediata de las grandes ciudades y las periferias lejanas a una gran ciudad, sobre la base de que los lazos con su región son mucho más intensos cuando la distancia es más corta. Así por ejemplo, una cosa es estudiar el área de influencia amplia de Bogotá, la cual comprende lo principales núcleos urbanos de Cundinamarca, Boyacá, Santander, Tolima, Meta y Huila; y otra muy distinta, es estudiar el área de influencia limitada, correspondiente básicamente a los departamentos de Cundinamarca y Boyacá. En este último caso, existen ciudades medianas como Sogamoso, Duitama y Paipa en Boyacá; Zipaquirá y Girardot en Cundinamarca; o incluso, Soacha, ciudad conurbada al suroccidente de Bogotá, que se especializan en la producción de materias primas, fuentes de energía e industria pesada que abastecen principalmente a la Capital, algunas de las cuales se descentralizaron de la ciudad por su gran tamaño y la necesidad de optimizar las ventajas comparativas de localización y mercadeo. Obviamente, y como caso especial, debe considerarse la oferta de mano de obra barata que ofrece Soacha a Bogotá como ciudad dormitorio y uno de los principales asentamientos de lo que algunos llaman el «ejército laboral de reserva».

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