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EL AGUA Y LA CIUDAD

Por: Andrés Felipe Grisales Sánchez

Ingeniero Civil
Estudiante Maestría en Medio Ambiente y Desarrollo
Universidad Nacional de Colombia – Sede Manizales

Consultando sobre las razones que motivaron al surgimiento de las primeras ciudades, encuentro que según V. Gordon Childe (1950) éstas se originaron como producto de la capacidad de producir por vez primera un excedente de productos agrícolas, lo cual permitió la acumulación de bienes por encima del mínimo necesario para la sobrevivencia de la gente. Este excedente fue posible cuando se encontró la forma de traer agua a los campos relativamente áridos mediante canales de riego y así aumentar la producción agrícola y eliminar en gran parte, el riesgo de perder las cosechas en tiempos de sequía.

Lo anterior nos muestra la estrecha relación entre el agua, o mejor dicho las fuentes de agua, con la ciudad. Queriendo encontrar quétan importante es la relación, encuentro que “la ciudad parece haber brotado en unos pocos valles fluviales: el Nilo, el Tigris-Euphrates, el Indus, el Hwang Ho” (Lewis Mumford,1966).  Y que entre las principales grandes ciudades prehistóricas están Ur y Babilonia en Mesopotamia, Thebes en el delta del Nilo y Mohenjo-Daro en el valle del río Indus.

Incluso la que frecuentemente es considerada la más antigua ciudad de la historia, Jericó, comenzó a formarse a partir de un primer asentamiento del siglo X a.c., el cual ya entre los años 8300 a.c. y 7300 a.c. llegó a ser una especie de protociudad gracias a encontrarse en el centro de un oasis, en la única superficie irrigada de la árida depresión del Mar Muerto.

(Fuente de imagen)

Se puede decir entonces que el origen y la evolución de la ciudad es posible en la medida que halla acceso a fuentes de agua para abastecerla y para sanearla.

Mirando mas adelante en la historia vemos que con ciudades ya en expansión el suministro de agua a partir del río o quebrada mas cercana no era suficiente, por lo tanto era necesario traer desde mas lejos este bien, de tal forma que se construyeron canales y estructuras cada vez mas avanzadas, tales como el túnel de Ezequías, el cual fue construido para traer agua de los manantiales de Gihón de un lado de la ciudad de Jerusalén al otro; alrededor del año 701 a.c. dicho túnel tiene un longitud de 530 metros; o como el túnel de Eupalinos de 1036 metros de largo construido por orden de Policrates y excavado bajo la dirección del ingeniero Eupalinos de Megara en la isla de Samos hacia el año 540 a.c. a través del monte Castro para abastecer de agua a la ciudad, ya que había llegado a ser muy importante y poderosa, requiriendo mucha agua para vivir.

(www.lugaresbiblicos.com/tunel_de_ezequias.htm

es.wikipedia.org/wiki/T%C3%BAnel_de_Eupalinos)

Así, entre más crecían las ciudades mas agua necesitaban, por esta razón se traía cada vez de más y más lejos. De esta forma fue que luego aparecieron, con el surgimiento de Roma, los más reconocidos y admirados acueductos, los cuales empezaron trayendo el agua desde unos 16 kilómetros como el Aqua Appia en el 312 a.c. y terminaron haciendo recorridos de 69 kilómetros hasta llegar a Roma con el Aqua Claudia (52 d.c.). Sobra decir la calidad de vida y el confort que este desarrollo le dio a los ciudadanos romanos y la magnitud que llegó a tener esta ciudad.

Cuando las ciudades que había gobernado Roma mermaron la población que albergaban, sus actividades se redujeron y con esto la necesidad de traer el agua desde grandes distancias. Fue así como al volver a la ciudad pequeña o aldea, el aprovisionamiento de agua se constituyó en una función colectiva de la ciudad. Entonces, como nos señala Lewis Mumford (1966) en la «Ciudad en la Historia», se preocuparon por “la preservación de un pozo o un manantial en un recinto adecuado y luego por el establecimiento de una fuente en la plaza pública principal, y de surtidores y fuentes en los barrios”.

A medida que las ciudades volvían a crecer se vieron obligadas a buscar agua más allá de sus fortificaciones y debido a que las grandes ciudades siguieron creciendo con más rapidez que sus recursos técnicos y económicos ésto llevó a aceptar una provisión más escasa de agua o extraerla de fuentes contaminadas. Con el fin de visualizar esta situación sólo baste poner como ejemplo, que en 1553 cuando París contaba con alrededor de 260.000 habitantes, la dotación diaria de agua para una persona era de 1 litro.

De aquí se puede comprender porqué efectivamente la ciudad debe crecer de manera conjunta y equilibrada en todos sus aspectos. La ciudad es un todo, y como dice el sociólogo Robert E. Park  (año): “La ciudad no es un mecanismo físico ni una construcción artificial solamente. Esta implicada en el proceso vital del pueblo que la compone; es un producto de la naturaleza y particularmente de la naturaleza humana”.

Ya con la llegada de la ciudad moderna, ésta aumentó exponencialmente sus dimensiones y la densificación de su población, con lo cual uno de los principales inconvenientes a resolver era cómo suministrar la suficiente agua a tal cantidad de gente y como evitar problemas sanitarios con las aguas residuales generadas.  Llegamos entonces a los grandes sistemas que transportan el agua a las ciudades de nuestros días, en donde encontramos que ya se trae el agua desde 232 kilómetros como en Viena o hasta más de 320 kilómetros como en Nueva York.

Después de lo comentado debo decir, como reflexión, si una ciudad crece tanto como para tener que trasladarse 100 o 200 kilómetros o más para tomar agua de una fuente lejana, ¿no será que dicha ciudad no debió crecer tanto?, pues es imposible que esto no tenga una consecuencia grande sobre el ecosistema regional y hasta el mundial cuando hablamos de muchas ciudades de este tipo.

La ciudad ejerce tanta influencia sobre las fuentes de agua cercanas a ella, que debe realizarse un análisis detallado y real sobre los caminos a seguir en este aspecto.

Vale la pena mencionar lo que dice al respecto Richard Rogers (2000) en su obra «Ciudades para un pequeño planeta»: “la aplicación de la sostenibilidad no puede conllevar en ningún lugar mayores beneficios potenciales que en las ciudades. De hecho los beneficios que se derivan de este enfoque son tan grandes que la sostenibilidad medioambiental debería convertirse en el principio rector de la moderna proyección urbana”.

Referencias:

CHUECA Goitia, Fernando. Breve historia del urbanismo.  Alianza Editorial, S.A. Madrid. 1968.

CURTIS, Robert Glick. Desarrollo Urbano. ESAP Centro de Publicaciones. Santafé de Bogotá D.C. 1992.

MUMFORD, Lewis. La Ciudad en la Historia, sus orígenes, transformaciones y perspectivas. Ediciones Infinito. Buenos aires. 1966.

ROGERS, Richard. Ciudades para un pequeño Planeta. Ed. Gustavo Gilli, S.A. Barcelona, España. 2000.

http://www.lugaresbiblicos.com/tunel_de_ezequias.htm

http://es.wikipedia.org/wiki/T%C3%BAnel_de_Eupalinos

http://historiarte.net/roma/acueductos.html

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1 thought on “EL AGUA Y LA CIUDAD

  1. Hola Andrés Felipe: El tema me parece muy pertinente en nuestras reflexiones. Sugiero algunas precisiones en el texto relacionadas con el uso adecuado de las fuentes.
    Luis Fernando

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