Caleidoscopios Urbanos

Cuando el ordenamiento territorial llegó a la enseñanza de la arquitectura

Por: Luis Fdo. Acebedo R.

Al comenzar el siglo XXI era casi imposible hablar de odenamiento territorial en la enseñanza de la arquitectura en Colombia. Hoy, no sólo se ha generalizado en los contenidos curriculares, sino que se convirtió en un tema de enorme importancia en la práctica profesional. La incursión de estos conocimientos en el pensum de la carrera no vino sola, ni se debió al esfuerzo obstinado de algunos profesores por capacitar a sus estudiantes en unos temas que la práctica profesional estaba demandando con mayor fuerza. En realidad obedece a una serie de factores que comenzaron a actuar sistemáticamente y que las estructuras rígidas de la academia no lograban reconocer con la suficiente celeridad. Quizás los más importantes son:
– La crisis ambiental como producto de la transformación de un mundo rural en otro basado en ciudades.
– La revaloración del sentido de lo público como determinante fundamental de la ciudad y el urbanismo, y la mayor conciencia del Estado por retomar su liderazgo.
– La crisis urbana en Colombia, derivada del agotamiento del modelo desregularizado del desarrollo predio a predio.
– La aprobación de la Ley 388/97 o Ley de Ordenamiento Territorial y la necesidad de contar con profesionales capacitados para su implementación en los municipios colombianos.
– La presión cada vez más creciente por renovar el currículo de la enseñanza de la Arquitectura cuyos contenidos y metodologías han permanecido casi inmodificables desde la aprobación del primer programa de arquitectura en Colombia en la década de los años 30.
– La aparición de los primeros programas de formación posgradual en temas de urbanismo, planeación, ordenamiento territorial y medio ambiente en Colombia, luego de un largo período en que sólo un selecto número de profesionales de la arquitectura podían formarse en el exterior al nivel de maestrías o doctorados, a excepción del posgrado en Planeación Urbano-Regional de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín, fundado en la década de los 60.
– La diversificación de los campos de acción de los profesionales de la arquitectura que les ha demandado nuevos conocimientos y competencias.
Podríamos detenernos en ahondar la incidencia que cada uno de estos factores ha tenido en la enseñanza de la arquitectura, pero esto sería tema de otro escrito. Más bien, nos interesa constatar que al comenzar el siglo XXI se evidenció la necesidad de abrir los campos de estudio y sus posibilidades de proyección. En efecto, todos estos cambios en el contexto internacional, nacional y local, abrieron la discusión sobre la enseñanza de la arquitectura, y particularmente, sobre la conveniencia de superar la idea tradicional de formar un profesional orientado a la proyectación del edificio como objeto de análisis y núcleo de la profesión, a otra mucho más compleja y exigente para los nuevos tiempos, como la de abrirse al reconocimiento de la diversidad de áreas del actuación que el propio ejercicio profesional estaba generando.
Los cambios de eje en la enseñanza y el ejercicio profesional: Un antídoto contra la crisis de la arquitectura.
En la búsqueda de esos cambios se trataba de preguntarse si el eje de la arquitectura continuaba siendo el restringido campo del oficio en torno al diseño arquitectónico, o si por el contrario, ante la academia se desplegaba un sinnúmero de posibilidades de actuación del arquitecto que van desde el uso y aplicación de las nuevas tecnologías en los diferentes campos del ejercicio profesional, pasando por las múltiples metodologías para abordar el proyecto, según la escala de análisis y de actuación, hasta la necesidad de reclamar un nuevo estatuto ético que ponga a la profesión en situación de igualdad con otras disciplinas en la generación de políticas públicas para cada uno de sus ámbitos de actuación. En últimas, el debate conducía hacia la posibilidad de reconocer o no una cierta mayoría de edad de la arquitectura, tanto a nivel profesional como disciplinar.
Lamentablemente, es muy posible que aún estemos en el escenario de un adulto que se niega a reconocer su condición y continúa bajo el abrazo protector de otras disciplinas en cuanto a sus preocupaciones epistemológicas y ontológicas, o peor aún, en franca dependencia con un ser asexuado llamado “cliente” que marca el devenir de la arquitectura en función de unos principios éticos ajenos a la disciplina, ligados a los intereses del capital y del mercado. Sin embargo, justo es reconocer que hay perspectivas promisorias de superación de tal estado de cosas.
Es precisamente el cambio de eje, de lo privado a lo público, o mejor, del edificio a la ciudad, que la arquitectura ha comenzado a salir de su propia crisis. Es en torno a la perspectiva de orientar la arquitectura hacia la solución de problemas complejos como máxima expresión del aporte de la profesión al interés general, público y colectivo, por donde comienzan a evidenciarse los caminos para trascender del oficio a la profesión y de ésta a la disciplina con sus propios estatutos teóricos y metodológicos.
Que no nos de temor abordar esos nuevos retos.
30/07/09
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