Por Willliams Gilberto Jiménez García
Administrador Ambiental
Estudiante Maestría en Hábitat
La sociedad actual se encuentra en una encrucijada que la concita a una novedosa voluntad por agregar nuevos temas y redefinir conceptos que permitan comprender y analizar integralmente una realidad, hasta el momento muy definida, pero poco interpretada. Los esfuerzos por construir nuevos paradigmas de ciudad que contribuyan a la construcción de imaginarios colectivos que sustenten la acción de las personas, la continuidad de los procesos sociales, el intercambio y construcción de información y la supervivencia del planeta a escala global, en medio de una virtualización de la realidad y una lucha cada vez más evidente por los recursos naturales, son algunas de las manifestaciones de una nueva forma de ver el mundo.
Acercamiento al cambio de paradigma de la ciudad
La ciudad como centro de intercambio y epicentro del desarrollo humano, ve su génesis en antiguas civilizaciones agrícolas, según Sjordberg (1982), citado por Villamil (2000) hace 5500 años, y se ha ido transformando y re-significando en diversos periodos que incluyen la ciudad medieval, la ciudad industrial, la ciudad moderna (con sus matices como ciudad mercantil y ciudad productiva, etc) e incluso hoy se habla de la ciudad del conocimiento y de las eco-ciudades.
Se crearon en la ciudad nuevas formas de organización y participación democrática, el abastecimiento y consumo de nuevos productos, el comercio y renta de tierras. La ciudad también permitió según Lezama (citado por Acebedo, 2012)1, la búsqueda de espacios de libertad (aunque también propició procesos de restricción de la misma). Para Castells (citado por Acebedo 2012)2 la ciudad ayudó a la concentración espacial de los pobladores que transmitían nuevos sistemas de valores y además generó en las personas nuevas maneras de ocupar, construir, sentir y pensar sus espacios.
Al ser la ciudad, según Villamil (2000), un ente vivo, que ha surgido, florecido y muerto a través de la historia de diversas culturas y espacios geográficos, se encuentra en su contexto práctico actual en crisis por cuenta del paradigma del desarrollo económico global, patrones del capitalismo como la segmentación de los roles, la generación de información, la dualidad de libertad y desigualdad, el agotamiento de recursos naturales, la pobreza y el hacinamiento. Todos estas situaciones hacen de las ciudades centros de la insustenibilidad.
La insustentabilidad en las ciudades no deja de ser la consecuencia del paradigma actual de desarrollo (el cual termina siendo paradójico, pues permitió la reproduciblidad de las ciudades por mucho tiempo) y según Pesci (2009), se puede relacionar todos estos efectos con las grandes extensiones urbanas o metropolitanas que se han convertido en el nicho de la diferenciación social, los impactos ambientales, el aumento de población y la paranoia colectiva. Siendo así necesario un cambio de paradigma que permita el sostenimiento de las ciudades y el ambiente en el tiempo.
La crisis propicia los cambios
El cambio de paradigma necesita un propósito que motive al conjunto de la población pensar, analizar y cambiar su actitud-comportamiento ante una situación cualquiera. Como todo sistema, el ser humano, la ciudad y el ambiente, necesitan de estimulos (externos o internos) que garanticen la reacomodación del sistema ante las nuevas necesidades y propósitos del mismo.
Un estimulo que generó pensar desde la alteridad y la complejidad a la ciudad y el territorio, ya no desde la perspectiva de conglomeración de habitantes y escenario de extracción sino de la relación sujeto/objeto, ha sido la crisis ambiental que emerge no como solución a los problemas no resueltos del desarrollo, sino como el dinamizador de cambios en los modelos económicos, sociológicos y del conocimiento.
El pensar en una crisis a escala planetaria que se manifestaba por la particularidad y la relación de fenómenos naturales y sociales antes vistos de manera aislada por parte de las instituciones de poder, pero que ahora dejaban ver una conexión intrínseca entre ellos y, que además, se intensificaban, puso en jaque a estos grandes conglomerados del poder mundial (entiéndase grupos financieros, estados y grupos científicos, para nombrar los más representativos) y preocupó a corrientes de pensadores que abordaron la problemática con intenciones que iban más allá de entenderla, más bien, comprenderla.
Por su parte Enrique Leff (2007) anota en este sentido y cuando ya el discurso de crisis empieza a configurarse y relacionarse con la forma de pensar, entender y habitar el territorio:
«La crisis ambiental de nuestro tiempo es el signo de una nueva era histórica. Esta encrucijada civilizatoria es ante todo una crisis de la racionalidad de la modernidad y remite a un problema del conocimiento. La degradación ambiental –la muerte entrópica del planeta– es resultado de las formas de conocimiento a través de las cuales la humanidad ha construido el mundo y lo ha destruido por su pretensión de unidad, de universalidad, de generalidad y de totalidad; por su objetivación y cosificación del mundo. La crisis ambiental no es pues una catástrofe ecológica que irrumpe en el desarrollo de una historia natural. Más allá de la evolución de la materia desde el mundo cósmico hacia la organización viviente, de la emergencia del lenguaje y del orden simbólico, el ser de los entes se ha «complejizado» por la re-flexión del conocimiento sobre lo real»
Desde esta perspectiva planteada, la crisis ambiental engloba las demás crisis mundiales (económica, productivista-consumista, materialismo-objetualidad, epistemológica, ciudad moderna) porque la analiza a partir de las formas en las que la humanidad ha interpretado y modificado el mundo, desde el saber y el conocimiento, lo que hace que este fenómeno (la crisis) sea transversal a todas las ciencias y delate una visión integral de la realidad, sin querer indicar una situación catastrófica con visión apocalíptica, sino, un escenario de construcción, re-construcción y de-construcción que busca el concurso de todas las disciplinas y de todos los agentes del desarrollo.
Desde la complejidad de los procesos de desarrollo de las ciudades en un contexto de la globalización es necesario una critica al concepto mismo de desarrollo (en crisis), que se haga desprendidamente de los modelos usuales, que sea un examen colectivo pormenorizado de las posibilidades, individuales, sociales, técnicas, tecnológicas y científicas, de reflexionar y actuar de acuerdo a la construcción de los imaginarios colectivos desde la ciudad hasta el ambiente más amplios, más profundos y, eventualmente, más respetuosos con las visiones ajenas.
Nuestra realidad, un posible nuevo paradigma
La visión compleja del mundo hace necesario cambiar el paradigma y reflexionar de una manera integral a la ciudad. Villamil (2000) propone que a dicha reflexión se le debe dar un sentido humano y no solamente técnico, un sentido político y no solamente disciplinario; un sentido social y no solamente académico, con el fin de generar los espacios de construcción colectivos e interdisciplinarios, aprovechando las sinergias de estos sistemas complejos.
Pensar las ciudades con principios de sustentabilidad (como nuevo paradigma) refiere a la sociedad un paso de interpretar la realidad de flujos lineales a flujos cíclicos, donde según Pesci (2009) la concepción de la realidad debe dejar de entenderse fragmentadamente, es decir de forma parcial (sectorial) a ser vivida de manera holística; las técnicas usadas en conjunto de la sociedad deben pasar de ser especializadas a ser integradoras; el capital debe no limitarse solo a lo económico, sino tener en cuenta todos los tipos (natural, socioeconómico, cultural). Las estrategias no pueden ser más de corto plazo, ya que se incluyen en procesos con todas las escalas de tiempo; los ciclos no pueden ser mas incompletos, para completarse cuando se retroalimenten con sí mismos y con otros ciclos.
Las ciudades con principios de sustentabilidad se basan según Pesci (2012) en cuatro niveles de diagnóstico y propuesta:
Eco-forma: una ciudad que asume sus grandes valores paisajísticos ambientales, la defensa de su biodiversidad y enfrenta los riesgos de su geomorfología y su clima para transformarlos en una matriz creativa que orienta su diseño y evolución.
Socio-forma: una sociedad que consulta los deseos de sus habitantes y trata de concertar soluciones leves (antes que prepotentes) e inclusivas (antes que excluyentes).
Tiempo-forma: una ciudad que sabe evolucionar prudentemente manteniendo sus patrones deseables de ecoforma y socioforma.
Formas de gestión: una ciudad que adopta formas participativas y consorciadas de toma de decisiones, de manera de hacer posibles y sustentables los 3 niveles antes descritos.
Si bien, las ciudades sustentables no son la única formula en procura de la superación de la emergente crisis ambiental global, pueden ser un salvavidas que aunado con las ciudades del conocimiento pueden determinar un nuevo rumbo, un nuevo paradigma en la forma de vivir las ciudades. El gran desafío es mirar a la ciudad en su conjunto y defender los atributos culturales que la significan y a su vez le indican su función orgánica y técnica, verla desde lo individual hasta lo colectivo, desde lo natural hasta lo construido, desde lo mítico hasta lo científico. Pesci (2012)argumenta que es necesario innovar para recuperar un sistema alterado o crear paisajes nuevos, más innovadores porque la naturaleza de los procesos productivos y sociales demandan cambios.
Notas
1 Lezama, J.L. Características de la ciudad moderna. Seminario Sociedad Espacio Naturaleza. Luis Fernando Acebedo, Marzo 2 de 2012. Maestría en Hábitat, Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales
2 Castells, M. Fenómeno de urbanización. Seminario Sociedad Espacio Naturaleza. Luis Fernando Acebedo, Marzo 2 de 2012. Maestría en Hábitat, Universidad Nacional de Colombia, Sede Manizales
Referencias Bibliográficas
Leff, E. (2007). La Complejidad Ambiental. Polis. Revista académica de la universidad bolivariana. Revista en Línea. Recuperado el 4 de Marzo de 2012, de: http://www.revistapolis.cl/16/leff.htm
Pesci, R. (2009). FLACAM, Pensamiento y Acción. Facultad de Arquitectura del Paisaje. Universidad Central, Santiago de Chile. Recuperado el 6 de Marzo de: http://www.flacam-red.com.ar/centrodocumentacion/documentacion/Reflexiones%20sobre%20la%20praxis%20socio-ambiental.pdf
Pesci, R. (7 de Marzo de 2012). Reflexiones desde la praxis socio-ambiental de CEPA / FLACAM y contribuciones a la teoría de la ciudad del conocimiento. Foro Latinoamericano de Ciencias Ambientales FLACAM. Recuperado el 8 de Marzo de: http://www.flacam-red.com.ar/centrodocumentacion/documentacion/Reflexiones%20sobre%20la%20praxis%20socio-ambiental.pdf
Sjordberg, G. (1982). Origen y evolución de las ciudades. En Scientific American, 1-26. En: Villamil, L. (2000). La ciudad colombiana : Una reflexion desde lo disciplinario y lo social. Revista Bitacora. Urbano Regional. Vol 1 No 4.Facultad de Artes Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, 73-77.
Villamil, L. (2000). La ciudad colombiana : Una reflexion desde lo disciplinario y lo social. Revista Bitacora. Urbano Regional. Vol 1 No 4. Facultad de Artes Universidad Nacional de Colombia, sede Bogotá, 73-77.
Williams: Una buena invitación a seguir construyendo utopías que superen las crisis y nos devuelvan la esperanza de ciudades más humanas, más ambientales. La relación entre ciudad y conocimiento apenas se está explorando, especialmente en sus connotaciones con la sustentabilidad. Yo pienso, por ejemplo, que es imposible conjugar competitividad y sustentabilidad en esa búsqueda de nuevos paradigmas.
Sobre el texto, me pareció bien escrito en general, aunque debes tener más cuidado en la puntuación, especialmente en el uso de las comas. Hice algunos ajustes que espero hayan mejorado la redacción.