La Ciudad en la Prensa

¡¡Acuerdo Ya!!

Por Luis Acebedo. Profesor Universidad Nacional

Los inspiradores del odio y de la violencia, del rencor y la venganza no lograron su cometido. Lo que realmente se impuso el 2 de octubre fue la indiferencia. Esa fue la triste realidad de la consulta plebiscitaria con más del 60% de abstención. El desinterés de los ciudadanos sobre los asuntos de la guerra o de la paz reflejó que otras son las preocupaciones de la mayoría de los colombianos. Quizás la búsqueda del sustento diario pudo más que el logro de la paz como derecho y deber de obligatorio cumplimiento, según dice la Constitución Política. En esta elección no hubo tamales, ni camisetas, ni ladrillos, ni cemento para intercambiar. No hubo “movilización social” del clientelismo. ¿Por qué se sorprenden de los resultados quienes han deformado por años los valores de la democracia?“Cría cuervos y te sacarán los ojos”, dice el refrán popular.

Aquí lo que se puso en evidencia fue la fragilidad de la democracia, el extravío de la ciudadanía y su disolución en clientes de un régimen de mercado corrupto. No es un fenómeno local, es global, y eso lo hace aún más preocupante porque el populismo se impone como solución y abre las puertas del autoritarismo.

Antioquia y el Eje Cafetero inclinaron la balanza hacia el No, un territorio con orígenes culturales y políticos comunes, así algunos quieran negarlo en la búsqueda de su propia identidad. Los antioqueños han vivido en carne propia diferentes guerras. Medellín en particular sufrió como nadie el flagelo del narcotráfico y del paramilitarismo, razones suficientes para pensar que se expresarían en contra de la barbarie. Pero las economías subrepticias que irradian al conjunto de la sociedad, han generado complicidades de diferente naturaleza que les impiden tomar distancia. De ahí que aparezcan nuevos caudillos con discursos populistas invocando los valores de la seguridad, la familia, la religión, la propiedad y el mercado, mientras avanzan en el despojo de tierras, la expropiación y el desplazamiento hacia los barrios miseria de las ciudades. A los marginados los han utilizado como carne de cañón para promover diferentes formas de violencia y las clases medias han agachado la cabeza con tal de no perder algunos privilegios que les dejan las economías de origen ilegal.

Los líderes políticos del Eje Cafetero, por su parte, han formado a los ciudadanos en la incultura política y en una visión independentista absurda, porque mientras estimulan la autonomía en la base de la sociedad, dependen del gobierno nacional para la financiación de megaobras como forma de estimular el inconsciente colectivo en torno a imaginarios chauvinistas de futuro que ellos mismos no fueron capaces de materializar por décadas. Bajo esta idea, el comportamiento político regional en las urnas está mayoritariamente condicionado a la cantidad de mermelada esparcida a través de contratos con recursos del presupuesto nacional.

El panorama ahora es triste y desesperanzador, pero hay que afrontarlo. Las periferias de la Colombia profunda dijeron sí al acuerdo de paz porque conocen los sufrimientos de la guerra y anhelan vivir en paz. Las zonas urbanas están profundamente divididas, no tanto entre el Sí o el No, sino entre la indiferencia y las formas de alcanzar la paz. Los primeros, con su actitud mayoritaria, le devolvieron el problema al gobierno, pero también el mandato para que asuma el compromiso de sacar al país de la encrucijada. Los segundos –en realidad el país político- tienen profundas diferencias en la manera de alcanzar la paz. Para unos es el sometimiento, la rendición y el castigo a “lafar”, pero también la negación a una reforma agraria que involucre redistribución de tierras y el tratamiento preferencial de perdón y olvido para quienes en nombre del Estado han violado sistemáticamente los DDHH; para otros, se trata de privilegiar la negociación política y buscar el mejor acuerdo posible para pasar de la barbarie a la esperanza.

Aquí nadie puede asumir victorias. Los resultados tampoco legitiman al bipartidismo remozado para reclamar en nombre del interés general el resurgimiento del nuevo Frente Nacional del siglo XXI. Los actores del conflicto están obligados a buscar una salida pronta, estable y duradera, porque el pueblo, desgraciadamente, hizo mutis por el foro. Ciudadanos, no más indiferencia.

Disponible en: http://www.lapatria.com/columnas/214896/acuerdo-ya

 

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