Caleidoscopios Urbanos

Planes de Ordenamiento Territorial (POT) y territorios del conocimiento en la Ecoregión Eje Cafetero.

Laboratorio del Centro Nacional de Investigaciones Cafeteras – Cenicafé- en el departamento de Caldas, Colombia. Su misión es desarrollar tecnologías apropiadas, competitivias y sostenibles para el bienestar de los caficultores colombianos.

 

Por: Luis Fdo. Acebedo R

Una lectura transversal a los POT y a los últimos planes de desarrollo municipal y departamental de la Ecoregión Eje Cafetero nos permite sacar algunas conclusiones sobre las líneas de deseo en la construcción de territorios del conocimiento en esta zona del país.

Podría decirse de manera general que el interés último de los POT de los tres municipios principales de la Ecoregión Eje Cafetero fue tratar de posicionarlos en un escenario de territorios ganadores para poder pertenecer al sistema de ciudades globales. Bajo este paradigma, las prioridades fueron muy claras:

La adopción de la competitividad como eje de la gobernabilidad. En este sentido, el gobierno de la ciudad o del departamento se asimila al de una empresa y de esta manera se establecen fuertes relaciones de trabajo con los empresarios, especialmente en cuanto a lograr que las administraciones locales se comprometan con la agenda privada fuertemente asociada a suplir las necesidades de infraestructura y gestión de una economía exportadora.

El impulso de la sostenibilidad ambiental como premisa para promover criterios de equidad, calidad de vida, dotación de espacios públicos y equipamientos para la competitividad. La sostenibilidad ambiental como meta relato está presente en casi todas las políticas públicas y de ordenamiento territorial, toda vez que se ha vuelto ¬-como los derechos humanos- un prerrequisito para la obtención de recursos de la comunidad internacional. Sin embargo, las acciones y programas de gobierno están más orientadas hacia determinados sectores, tales como los bienes y servicios ambientales (turismo agrícola, bosques productores, CO2, etc.). Desde el punto de vista agrícola, una tendencia, aún incipiente, pero con un claro estímulo, hacia el incremento de la producción de cultivos para la generación de materia prima en la generación de biocombustibles. En este sentido, se subestiman temas como la seguridad alimentaria regional y nacional, la protección de bosques y cuencas hidrográficas para garantizar las aguas de consumo humano, el fortalecimiento de los ecosistemas estratégicos, entre otros.

Una espacialidad asociada al territorio del conocimiento limitada a los nichos de la economía exportadora, es decir, las infraestructuras de conectividad física con los puertos nacionales de exportación y las ciudades capitales más importantes (Bogotá, Medellín, Cali), y a edificios singulares o conjuntos de edificios especializados para la nueva economía (clusters, zonas francas, parques tecnológicos, etc.). En este sentido ha faltado una política más integral que asocie a todas las actividades generadoras de conocimiento en un Sistema Regional del Conocimiento y la Innovación.

La creación de múltiples estímulos al capital extranjero asociados a las facilidades de inversión, a la creación de expectativas de negocio en infraestructuras para la competitividad. En algunos casos esos proyectos avanzan lentamente (Aeropalestina, carreteras regionales, etc.), lo cual ha incidido en sobrecostos de las obras; otros, se mantienen todavía como una oferta especulativa, a la espera de inversionistas extranjeros dispuestos a asumir riesgos (Puertos de Tribugá y La Dorada, atracción de industrias del software, etc.).

La construcción de Región a partir de los macroproyectos. Tanto los POT como los planes de desarrollo impulsan la unidad regional o subregional como una necesidad de integración para el logro de sus objetivos estratégicos; sin embargo, esta idea sólo parece concretarse a partir de los macroproyectos, especialmente los de conectividad y competitividad. Al respecto, poco se ha avanzado en la concepción integral de la región y su sistema de ciudades. Pereira, Dosquebradas y La Virginia cuentan con el Área Metropolitana de Centro Occidente (AMCO), entre cuyas funciones más importantes están asociadas con la movilidad regional (sistema masivo de transporte), la promoción de zonas francas, parques industriales y proyectos turísticos. Otros municipios, altamente integrados (Santa Rosa de Cabal, por ejemplo) están por fuera del Área Metropolitana, quizás porque no están en el eje de la competitividad. En el caso de Caldas, el proceso de metropolización subregional entre Manizales, Villamaría, Chinchiná y Palestina, sólo avanza por la construcción de Aeropalestina, dejando a la dinámica del mercado el devenir de la subregión centro-occidente del departamento. Igual sucede en el caso de los procesos metropolitanos del Quindío, especialmente entre Armenia, La Tebaida, Montenegro, Calarcá y Circacia, en donde la dinámica turística y económica (Puerto seco, zona franca) van marcando sus propios derroteros, detrás de los cuales va la planeación del territorio.

¿Desde qué perspectiva o enfoque se abordó el proceso?:

Una combinación de enfoques exógenos y endógenos, aunque con un predominio de la perspectiva exógena al poner los principales vectores del desarrollo de la estrategia en manos de terceros, sean nacionales o extranjeros. Nos referimos a varias circunstancias que operan simultáneamente:

– La creación de condiciones para la atracción de capitales extranjeros como base para la financiación de proyectos que dinamicen la competitividad (vías, empresas exportadoras, bienes y servicios ambientales, etc.).

– La fuerte dependencia de los recursos nacionales y extranjeros para financiar los proyectos que buscan garantizar la competitividad regional.

– El énfasis puesto en un modelo de economía exportadora, cuando, a diferencia del café, los productos están orientados al consumo interno nacional o local.

– Por contraste, y para reforzar lo anterior, las bajas inversiones en CT&i que apenas alcanzan para modernizar el aparato productivo local, orientado principalmente a la producción manufacturera. Las nuevas economías locales o regionales del conocimiento son más un proyecto materializable en el largo plazo que una realidad objetiva para aprovechar en el concierto global.

– El lento desarrollo de las cadenas productivas agroindustriales y los bajos niveles de agregación de valor.


– Las apuestas municipales y departamentales están más orientadas al fortalecimiento individual de cada entidad territorial que a la búsqueda de un destino común regional.
Estos indicios nos permiten concluir que si bien existe una apuesta local y regional por un territorio del conocimiento, el modelo escogido para llegar a él es bastante costoso para la región y poco sostenible en el tiempo. Se require avanzar en la formulación de un Sistema Territorial Regional del conocimiento y la innovación, apoyado en el sistema productivo local y orientado principalmente a mejorar la calidad de vida de sus habitantes mediante la agregación de valor a cada uno de los productos regionales.
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