La Ciudad en la Prensa

Tepito: El mercado más grande y antiguo de Latinoamérica

Mural en el interior de un conjunto residencial de Tepito, Ciudad de México
Comercio informal en una de las calles de Tepito, Ciudad de Méxic0

Luis Acebedo. Profesor Universidad Nacional de Colombia

Cada que visitaba Ciudad de México iba en búsqueda de la localización geográfica del gran mercado de Tlatelolco o Tianguis, tan famoso en épocas prehispánicas. Había leído algo en las “Cartas de Relación” de Hernán Cortés o en la “Visión de los Vencidos”, cuya memoria recuperan Miguel León Portilla y Ángel María Garibay de la traducción de textos escritos en náhuatl por los indígenas sobrevivientes de la trágica matanza que hicieron los españoles en el asalto a la ciudad de Tenochtitlán y ciudades vecinas al gran lago de Texcoco.

Unos y otros hablaban de una gran plaza delimitada por portales, donde se reunían centenares de personas para intercambiar productos. Cortés escribió que había “cotidianamente arriba de sesenta mil ánimas comprando y vendiendo; donde hay todos los géneros de mercadurías que en todas las tierras se hallan”. Fue allí donde los mexicas dieron sus últimas batallas de resistencia contra el ataque desproporcionado y sangriento de los españoles.

En mi último viaje, pude identificar el lugar donde estaba localizado el gran mercado. Ahora se llama Tepito y sigue siendo tan monumental como lo fue en sus orígenes. Logré recorrerlo por un asunto de asar. Conocimos a un joven del mundo de las artes que se ofreció a servirnos de guía. Había nacido allí y se ganaba la vida comerciando en esa gigante y colorida burbuja comercial compuesta por edificios -tipo plaza de mercado- y calles cubiertas de plásticos por donde sólo se transita peatonalmente a través de pequeños espacios que dejan libres los comercios a lado y lado del sendero peatonal.

Nos pusimos cita en una estación del Metro. Cuando salimos a la calle comenzó la más intensa aventura que haya vivido en mucho tiempo. Nunca supe donde estaba, pero era claro que la actividad comercial era el motor de la vida cotidiana de ese lugar. Comenzamos a andar sin detenernos, con la intención de llegar a Tepito, pero al final del viaje nos dimos cuenta que siempre estuvimos dentro del barrio. Paramos en una pequeña capilla doctrinera, sobreviviente a la presencia de indios en el Virreinato. Luego visitamos una típica Vecindad de la calle Peralvillo, construida en el siglo XVIII, tan famosas en el cine mexicano; se conserva intacta, tanto en arquitectura como en uso habitacional. Seguimos caminando hasta llegar a un museo en medio de la densidad comercial, donde se imparte un diplomado en “Albures Finos”, una especie de repentismo basado en el juego de palabras con contenido sexual que hace parte de la cultura mexicana y quizás latinoamericana. También había una exposición sobre diversidad sexual, tan importante en la construcción cultural e identitaria de Tepito.

Continuamos caminando por una densa oferta de productos que satura la vista de un desprevenido como yo, creyendo llegar a un barrio residencial pobre, cuando en realidad el barrio era el mercado mismo. Sin embargo, luego de caminar por 20 o 30 minutos se abrió ante nuestros ojos un conjunto residencial de 4 pisos por edificio, con zonas verdes y espacios recreativos. Se respiraba una aparente calma, muy distinta al bullicio de los vendedores ofreciendo sus mercancías. Los parqueaderos al aire libre eran utilizados como bodegas enjauladas. Allí conocimos la reina del Albur y también algunas de las famosas Gardenias, conformadas por transexuales y travestis que tienen por costumbre disputar anualmente un partido de futbol en una cancha que aparece como un oasis al lado de otra pequeña iglesia franciscana metida entre toldos comerciales.

Finalmente, y luego de caminar una hora, salimos a una gran avenida. Al atravesarla encontramos el altar de la Santa Muerte, un sincretismo religioso de gran aceptación entre los sectores populares. Nuestro amigo nos despidió en la estación Tepito del Metro y regresamos al hotel.

¿Dónde estuvimos? Aún nos lo preguntamos, pero lo que sí es claro es que como lo recalcan los cronistas del barrio, Tepito es la síntesis cultural de México, el Tepito del mundo, el Tianguis prehispánico que nunca desapareció, pese a los cañones y catapultas que intentaron destruirlo. Como en un albur, no sabemos si penetramos en las entrañas de este submundo de culturas y contraculturas populares o nos penetraron.

Cfr: http://www.lapatria.com/opinion/columnas/luis-acebedo/tepito-el-mercado-mas-grande-y-antiguo-de-latinoamerica

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