Uno de los objetivos que ha perseguido el ordenamiento del territorio en su concepción teórica, y desde los primeros esfuerzos normativos que se han realizado para su ejercicio -desde la ley 9/1989, pasando por la ley 388/1997 y la ley 1454/2011-, consiste en orientar adecuadamente el desarrollo territorial, complementando la planificación económica y social en las ciudades. Sin embargo, pasados cerca de doce años desde la aparición de los primeros Planes de Ordenamiento Territorial [POT], se observa que la mayor parte de las ciudades colombianas se ha configurado de manera fragmentada, hecho que se manifiesta mediante el desarrollo de actuaciones urbanísticas desarticuladas que favorecen la existencia de conflictos en el uso del suelo; los cuales, no solo riñen con la vocación y aptitud local de las ciudades, sino también con el contexto regional del cual hacen parte.
Una de las razones que favorece esta situación descansa en la negación de las condiciones de reciprocidad que existen entre las dimensiones socioculturales, político-institucionales, físico-espaciales y económico-financieras que son inherentes al territorio (Guzmán, 2011). En este sentido, resulta sumamente interesante el planteamiento realizado por Gustavo Adolfo Agredo (2011) quien afirma que esta situación tiene su génesis en la manera como se formula la ciudad, proceso que se realiza bajo un enfoque mecánico y tecnocrático resultado de la ruptura con el medio natural. Este paradigma desdibuja el origen natural del hombre en el interés de éste por construir su “mundo ideal”.
El distanciamiento hombre-medio natural desconoce la importancia de los sistemas naturales como elemento estructurante del territorio, al tiempo que niega el carácter ambiental de los procesos socioculturales de construcción del mismo; como consecuencia, los esfuerzos en torno al ordenamiento del territorio se componen de intervenciones antropogénicas concebidas unidimensionalmente, que en la mayoría de los casos no guardan relación con las necesidades y potencialidades del contexto. Este escenario, pone en evidencia la necesidad de abordar la problemática ambiental en los procesos de ordenamiento con base en una aproximación al carácter dinámico de los aspectos físico-espaciales y ecosistémicos del medio natural, los cuales son imprescindibles en la construcción de territorio1.
Sin embargo, es preciso recordar que los sistemas naturales son por definición sistemas abiertos, en tanto que permanecen en constante interacción mediante intercambios de trabajo, materia, energía e información con el entorno que los rodea (Ossa, 2004). Esta característica impide delimitar espacialmente los sistemas naturales, que se extienden en casi todos casos más allá del área de planificación definida para ordenar un territorio. Al respecto, Jaume Terradas (2001) citado por Gustavo Agredo (2011: 57), afirma que “(…) las ciudades y otros territorios están organizados de acuerdo con unos límites administrativos que no se corresponden necesariamente, ni con la realidad socioeconómica ni con la ecológica”. Es posible afirmar que los límites administrativos corresponden a trazados rígidos sobre elementos geográficos en un intento por definir la función de propiedad, lo que conlleva a la falta de coherencia y continuidad entre las ciudades y los sistemas naturales.
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Esta brecha entre lo urbano y el medio natural, se hace más evidente al aumentar la escala en la unidad de planificación considerada. En este sentido si se toma como unidad de análisis el departamento, emergen con mayor claridad diferencias paisajísticas, geomorfológicas y biofísicas, las cuales crean barreras, dificultan el acceso y movilidad entre los municipios que lo conforman, lo que se traduce como una ruptura en el desarrollo de las interrelaciones y flujos que configuran la complementariedad funcional en su interior. Este tipo de rupturas impide la adecuada planificación en el territorio al tiempo que obstaculiza el ejercicio de la gobernanza. Además, favorece la desigualdad entre los municipios que conforman un departamento, al dotar de mayores ventajas competitivas y socioeconómicas al municipio localizado en la zona de mayor acceso, hecho que favorece el desarrollo centralizado en un territorio.
El ordenamiento territorial exige por tanto la búsqueda en la continuidad de los procesos naturales de manera independiente a la escala de referencia, condición sine qua non para el funcionamiento del sistema como un todo integrado. Bajo este enfoque, la continuidad se convierte en un eje estructural para la movilidad, la complementariedad de funciones y además, constituye la garantía para la preservación de los bienes y servicios ambientales que nutren el territorio; de manera que el rompimiento de la continuidad en algún punto de la red afecta considerablemente el funcionamiento del todo (Tardín, 2005).
De igual forma, considerar la continuidad conlleva necesariamente a un aumento en la unidad de planificación como medida para garantizar la coherencia entre las funciones y el fortalecimiento de la complementariedad de las ciudades dentro de un contexto regional. Al respecto, existen en la actualidad propuestas sumamente interesantes como la constitución de ecorregiones o la planificación del territorio con base en las cuencas hidrográficas, en las cuales se propone el ordenamiento con base en un espacio determinado -o que pueda ser determinable- con características particulares que le otorguen identidad y potencien algún grado de unidad en lo que se refiere a evitar la interrupción de los procesos naturales (Arango, 2011).
Este tipo de propuestas tienen por objeto mejorar la gestión sobre los bienes y servicios ambientales, el patrimonio natural y la biodiversidad; al tiempo que buscan fortalecer la articulación de los municipios y las instituciones en la construcción de territorios funcionales y sustentables. A la luz de éstas consideraciones, el estado actual de fragmentación en la mayoría de las ciudades y regiones de Colombia, manifiesta una necesidad creciente de reformular la manera como se planifica y construye el territorio, reduciendo la brecha entre lo urbano y el medio natural en la búsqueda de articular los sistemas urbanos y las procesos naturales. Este escenario exige el desarrollo de instrumentos de integración interinstitucional y normativos que permitan avanzar hacia un ordenamiento del territorio interdisciplinario y transversal, con base en la reformulación de las escalas territoriales para la planificación y el reconocimiento del carácter ambiental2 de los procesos de construcción del territorio.
1Es importante hacer claridad en que los procesos de planificación y ordenamiento del territorio poseen un nivel de complejidad elevado, y que como se mencionó previamente, sobrepasan las dimensiones socioculturales, político-institucionales, físico-espaciales y económico-financieras. La intención al hacer esta afirmación no es la de reducir los procesos de ordenamiento al aspecto ecosistémico; sino exponer la necesidad de considerar este elemento de manera conjunta a la estructura y función de los sistemas sociales que configuran el territorio.
2 En este sentido, el término ambiental se emplea no sólo para denotar las condiciones biofísicas y espaciales del entorno, sino para el reconocimiento del entorno como tal, incluyendo los aspectos socioculturales, económicos, y político-institucionales.
Bibliografía
Agredo, G. A. 2011. La Cuenca Urbana: Unidad Territorial para el Desarrollo Sostenible de Ciudades de Media Montaña en el Trópico Andino. Revista La Redvista; No.2 Enero-Junio de 2011. pp. 55-74. Sello Editorial Alma Mater; Pereira.
Arango, O. 2011. Cinco Vacíos en el Proyecto de Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial: Una Lectura desde la Ecorregión Eje Cafetero. Revista La Redvista; No.2 Enero-Junio de 2011. pp. 22-39. Sello Editorial Alma Mater; Pereira.
Guzmán, S. D. 2011. Territorios Convencionales, Artificiales e Impuestos. Revista La Redvista; No.2 Enero-Junio de 2011. pp. 14-19. Sello Editorial Alma Mater; Pereira.
Ossa, C. A. 2004. Teoría General de Sistemas, Fundamentos. Pereira: Editorial Gráficas Olímpica. 254 pág.
Tardin, R. 2005. Sistema de Espacios Libres y Reestructuración de los Territorios Urbanos. En La Sustentabilidad Hoy -2005-. pp. 55-65. La Plata: Fondo Editorial Cepa.
Juan David: Una buena reflexión que ojalá sirviera para que esta segunda generación de POT y la primera generación en el contexto de la LOOT, pudieran sacudirse de las concepciones reduccionistas y municipalistas del ordenamiento territorial.