Por: Luis Fernando Acebedo R
Murió el maestro de la literatura colombiana, el que nos ayudó a entender la vida cotidiana, los imaginarios y simbólos de la provincia, especialmente de la costa atlántica. Con su particular manera de narrar nos acercamos al entendimiento de las realidades nacionales sobre la violencia y otros demonios. Queda el compromiso de continuar leyendo su obra, especialmente «Cien años de soledad», ahora sin el compromiso de tener que usar el diccionario de significados que -como en mi caso- debí estudiar durante las vacaciones de mitad de año para presentar una tarea en cuarto de bachillerato. No fue fácil desprenderme de ese estigma juvenil para leer sin prejuicios el resto de su obra en mi edad adulta. Descanse en paz maestro.
