Artículos Científicos

LA CUENCA HIDROGRÁFICA EN LA CIUDAD MEDIA: RELACIONES DE CONFLICTO ENTRE ECOSISTEMA Y CIUDAD

El estudio de la relación entre ciudad y cuenca hidrográfica se aborda desde la complejidad de las relaciones inestables entre Sociedad-Espacio-Naturaleza. Desde allí se desarrollan los postulados metodológicos de la trialéctica del espacio planteada por Edward Soja como resultado de la sinergia entre los espacios concebidos, imaginados y vividos. En este sentido, la cuenca hidrográfica se configura a partir de los conflictos y tensiones generados en la relación ecosistema-cultura.

Para entender este asunto problemático se parte de estudiar los diferentes enfoques conceptuales (naturalista, antropocentrista y sistémico) que definen la cuenca hidrográfica, luego se aborda la relación de la cuenca hidrográfica y la ciudad media en la identificación de sus principales conflictos, para llegar finalmente al concepto territorio-cuenca como alternativa compleja para resolver armoniosamente la sustentabilidad ecosistémica de la cuenca y los procesos de urbanización y metropolización de las redes urbanas de mediana jerarquía que la usufructúan.

Aspectos metodológicos:

Partiendo de una mirada cualitativa/intersubjetiva de la realidad, se puede afirmar que es alrededor de tres grandes temas – Sociedad–Espacio–Naturaleza– que las llamadas ciencias del espacio concentraron los primeros esfuerzos en clarificar sus presupuestos ontológicos y epistemológicos; sin embargo, el agotamiento del proyecto moderno y su corolario como crisis socio-ambientales o ecosistémicas abrieron nuevas posibilidades de interpretación de los fenómenos, muy alejados por cierto de las linealidades cartesianas, las dualidades reduccionistas o las simplificaciones dogmáticas. Ni la visión antropocentrista de la sociedad, ni la naturaleza entendida como un factor externo a la misma sociedad y mucho menos el espacio concebido como una simple plataforma sobre la cual se desarrollan las relaciones humanas; ninguno de estos planteamientos lograba dar respuestas integradoras a problemáticas de naturaleza compleja, que en todo caso obligaban a integrar sociedad-espacio-naturaleza como condición para explicar tales fenómenos.

La cuenca hidrográfica como todos los temas que se articulan en torno a la entidad relacional Sociedad-Espacio-Naturaleza, tienen un origen polisémico y complejo. El conocimiento por tanto debe lograrse por aproximaciones circulares a través de las cuales se van tejiendo relaciones estables o inestables que van conformando una red de redes o conjuntos relacionales a partir de los cuales se aborda el tema-problema. La cuenca hidrográfica se trabajará desde el concepto de «Territorio» en donde el Espacio no se entiende únicamente desde sus connotaciones físico-espaciales, sino como síntesis compleja y sinergética de la relación entre sociedad y naturaleza.

En la búsqueda de abordar otras miradas del territorio, la estrategia metodológica de aproximación a esta temática está enmarcada en concebir el territorio (Cuenca Hidrográfica) desde la propuesta de la trialéctica del espacio, reelaborada a partir de los planteamientos de David Harvey (2008) y Edward Soja (2008).

Gráfico 1. Trialéctica del Espacio

Fuente Gráfico 1. Trialéctica del Espacio

Fuente: Elaboración propia a partir de Harvey (2008) y soja (2008).

Esta trialéctica hace referencia a la producción del espacio desde sus expresiones en la vida cotidiana. Se manifiesta de forma interactiva, como forma y proceso contextualizantes y se materializa en tres tipos de espacialidades:

El espacio Concebido: Se reconoce como un complejo de prácticas espaciales materializadas que se trabajan de forma conjunta para producir y reproducir las formas concretas y los patrones específicos del urbanismo y la ordenación territorial como forma de vida, medidas por un tiempo cronológico. Aquí el espacio es percibido física y empíricamente como forma y proceso, como configuraciones y prácticas de la vida urbana-rural plausibles de ser medidas y cartografiadas.

El espacio Percibido: Desde el campo de lo mental o ideal, conceptualizado en imágenes, pensamientos reflexivos y representaciones simbólicas, un espacio concebido por la imaginación, o aquello que se describe como imaginario urbano. Es el mapa mental construido a partir de experimentar la ciudad. Es una realidad imaginada que influye en nuestra experiencia y conducta humana, mediadas por el tiempo de la inmediatez y lo efímero.

El espacio Vivido: Es un lugar simultáneamente real e imaginado, actual y virtual, lugar de experiencia individual y colectiva, que se da en un tiempo situacional, fuertemente arraigado en la memoria y en un territorio que le da identidad. Las formas intangibles de concebir el espacio transitan incesantemente entre el mundo objetivo e intersubjetivo de la realidad, entretejiendo relaciones sinergéticas entre los espacios de la producción-reproducción en donde confluyen constructos humanos complejos y los espacios de las representaciones simbólicas que van de forma itinerante en proceso de apropiación del territorio.

Comprender los diferentes enfoques conceptuales que definen la cuenca hidrográfica:

Desde el inicio de su proceso civilizatorio, la humanidad ha tejido una estrecha relación con el agua, siendo fuente fundamental para la satisfacción de las necesidades básicas y uno de los motores del desarrollo productivo, político, social y cultural. Hoy existen complejos conjuntos de interrelaciones que afectan mutuamente a las fuentes hídricas y a la población humana. Es por ello que la cuenca hidrográfica ha cobrado gran relevancia a nivel mundial, visible a través de la creciente demanda del patrimonio agua y de la ocupación urbana de los cauces. Pero quizás el factor que más ha comenzado a influir en su revaloración es la alteración de la dinámica hídrica por efectos del cambio climático y la mayor exposición de los contaminantes de carácter residencial o industrial, entre otros fenómenos propios de la urbanización.

Las visiones e intereses con que se aborde la cuenca hidrográfica determinan su definición y caracterización, además de sus criterios de planificación y manejo. En la búsqueda de encontrar los diferentes enfoques e interpretaciones que definen la cuenca hidrográfica, a riesgo de parecer reduccionistas, se proponen tres grandes tendencias que agrupan los principales énfasis en torno a las cuales se ha estudiado la cuenca:

Naturalista:

Partiendo de una visión propia de las ciencias naturales, la cuenca hidrográfica se aborda desde la dimensión físico-natural, priorizando la dinámica hídrica y ecológica. En este sentido, la cuenca se reconoce como una unidad de análisis que se puede medir, cuantificar, caracterizar y modelar en torno a sus cualidades físico – espaciales, morfológicas, hidrológicas y biológicas.

Desde este enfoque, Agredo (2007:19) en su interés por definir la cuenca como objeto de estudio, plantea que «a las Cuencas también se les denomina hoyas, sub cuencas, micro cuencas, calificativo que depende de la morfología y la magnitud de la misma». Así mismo, otro concepto acuñado por García (2006:2) citando a Maas (2005) la define como: «(…) una especie de embudo natural, cuyos bordes son los vértices de las montañas y la boca es la salida del río o arroyo. Puede ser tan pequeña como la palma de la mano, o tan grande como un continente completo». Bajo esta perspectiva, la cuenca es una fuente de recursos naturales en el que su tamaño y características establecen un patrón biofísico de escurrimiento del agua que descarga en una quebrada, un río, un lago, en el mar o en un acuífero subterráneo, en un proceso interconectado cuyas acciones están orientadas a un manejo planificado de los recursos y de la preservación del ecosistema.

Consecuente con lo anterior, el recurso hídrico es el elemento integrador y determinante para conformar la cuenca hidrográfica, pero no el único, puesto que otros factores naturales intervienen interactuando dialécticamente para conformar su carácter ecosistémico. Tal es el caso de la diversidad natural de climas, biodiversidad animal y vegetal, flujos genéticos y corredores biológicos, entre otros.

Antropocentrista:

En la búsqueda de incluir otros elementos diferentes a la concepción naturalista, el enfoque antropocentrista reconoce al ser humano como principal beneficiario, donde se subordina a la cuenca como una despensa de recursos naturales medida a través de la oferta y demanda de bienes y servicios ambientales cuya tensión es valorada en términos económicos, requiriéndose de una adecuada gestión y administración de tales bienes y servicios. Tal como lo manifiesta García (2006:1) es «un espacio ocupado por un grupo humano, que genera una demanda sobre la oferta de los recursos naturales renovables y realiza transformaciones del medio». Desde esta perspectiva intervencionista, se concibe la cuenca como espacio físico-natural rico en recursos naturales, cuya relación con los asentamientos humanos tiene como base su explotación.

Bajo esta mirada, los bienes y servicios que ofrece la cuenca son fundamentales para el bienestar social y la calidad de vida de los grupos humanos asentados en este fragmento de territorio. Las actividades antrópicas sobre la cuenca requieren del reconocimiento de su potencial natural y económico para identificar sus limitaciones en la utilización, valoración y transformación natural. Se valoran igualmente los potenciales riesgos que se presentan para la vida humana como las erupciones volcánicas, inundaciones, avalanchas, enfermedades tropicales, entre otros.

Sistémico:

La teoría de sistemas desarrollada por Bertalanffy (1968) hace referencia al conjunto estructurado, abierto de elementos y atributos interdependientes que forman un todo complejo. De esta manera Orozco, Jiménez, Faustino y Prins (2008:6) indican que:

Una cuenca es un sistema compuesto por tres componentes: el biofísico formado por el agua, el suelo y el aire; el biológico formado por toda la vegetación (flora) y los animales (fauna), y la población humana con sus actividades económicas, su cultura y sus organizaciones. Debe haber un equilibrio entre los tres componentes; si uno de ellos es afectado, se produce un desbalance que pone en peligro a todo el sistema.

Este enfoque ha puesto en valor a la ciudad dentro de la cuenca y algunos estudiosos incluso, han tratado de posicionar el concepto de la cuenca urbana para significar la importancia que adquiere, tanto para la ciudad como para la cuenca, esta relación casi siempre conflictiva e inestable. La «United States Geological Survey» USGS por sus siglas en Inglés, ha utilizado explícitamente este concepto desde los años 70 en estudios sobre hidrología, caudales e inundaciones, entre otros temas. Otros estudiosos se han referido a ´Ciudad-Cuenca’, ´Cuencas de la ciudad’, ´Cuencas en zonas urbanas’, ´Cuencas Municipales’ o ´Cuencas en Ambiente Urbano’. Todas ellas para tratar de precisar las diferencias de la cuenca a su paso por las aglomeraciones urbanas. Los ecologistas, sin embargo, han salido al paso en este debate, planteando que son invenciones metafóricas que no llevan a nada porque el único nombre válido que se viene utilizando en el mundo académico desde hace más de un siglo es el de ´Cuenca hidrográfica’<. Aun así, nadie podrá negar que la cuenca cambia de significado a su paso por la ciudad, e incluso ve alteradas sus condiciones geomorfológicas. Esta circunstancia es motivo suficiente para detenerse en su estudio y comprensión. El concepto de ´territorio cuenca’, por sus connotaciones culturales, resulta mucho más amplio e interesante que la división artificial e imaginaria entre la cuenca urbana y la rural. En efecto, para el enfoque sistémico y ambiental, la cuenca es una sola, indivisible. Su ordenamiento debe ser integral, incluso con las microcuencas que tienen sus nacimientos en áreas urbanizadas. El territorio cuenca permite establecer una relación más interesante con los conceptos de ecosistema y cultura puesto que en ambos casos la ciudad se queda corta para explicar las afectaciones antrópicas sobre la cuenca. El reconocimiento de las interacciones de los componentes o subsistemas que integran la cuenca, permite establecer un análisis multidisciplinario, como posibilidad de integrar diferentes visiones para conocer y pensar la cuenca como un territorio culturalmente construido. Entender la cuenca como un sistema, significa visualizarla desde una concepción holística, por cuanto la complejidad sistémica permite observar la realidad desde una perspectiva integral. Ello implica que desde una nueva óptica se resignifique el territorio-cuenca como un hábitat en el que interactúa la diada Ecosistema-Cultura. Ver PDF completo del artículo (descargar PDF)

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